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La inspiración que viene del cielo

Juan Carlos Bustriazo Ortiz nació en el año 1929 en Argentina en la ciudad de Santa Rosa, Provincia de La Pampa. Desde muy joven se desempeñó en diferentes oficios: oficial ayudante de comunicaciones, radiotelegrafista de la policía, corrector de pruebas del diario local «La Arena» y como topógrafo ayudante del agrimensor y conocido gran escritor pampeano Edgar Morisoli; también decía sentir gran pasión por la arqueología. Ávido lector de poetas y escritor prolífico de más de 70 libros, la mayoría sin publicar.

Dice en una entrevista: «Andaba yo por la noche, recorriendo las peñas. Y después me iba solo por ahí a buscar inspiración. Y ahí nacían los libros. Me acuerdo que me venía la inspiración de arriba, como que me bajaba del cielo y yo escribía sin ningún error ortográfico. Después, cuando estuve internado en psiquiatría, la querida (…) doctora con remedios, o qué sé yo con qué, me robó la inspiración, me destruyó la inspiración y ya no pude escribir más. Intenté escribir varias veces, pero ya no tengo inspiración… La inspiración bajaba del cielo. Y el vino no tenía nada que ver con eso. Era algo que me venía de arriba, como si Dios me la mandara. Era como si alguien me dictara los poemas y hasta los títulos de los libros. En el caso mío, la inspiración me venía de arriba. Yo sentía que me dictaba los poemas. Venía todo en orden perfecto: título del libro y los poemas. Los poemas hablan de muchas cosas, incluso de cosas que me han ocurrido a mí. De tantas cosas me hablaba la inspiración…».[i]

Lacan dice de Schreber que «es escritor más no poeta» ya  que “no nos introduce a una nueva dimensión de la experiencia. Hay poesía cada vez que un escrito nos introduce en un mundo diferente al nuestro, y dándonos la presencia de un ser, de determinada relación fundamental, lo hace nuestro también… La poesía es creación de un sujeto que asume un nuevo orden de relación simbólica con el mundo.”[ii]. Entonces ¿qué es lo que hace que una escritura se vuelva poética? ¿Qué hace que las producciones discursivas no sean sólo “hojas de papel cubiertas de escritura”?[iii]

Juan Carlos Bustriazo Ortiz inicia su obra en 1954, hasta fines del 60 se considera su período inicial ligado a un relación tradicional con el lenguaje y a la música folclórica popular. En sus escritos predominan la relación con el paisaje, la cotidianeidad del pueblo, la descripción y homenajes a personajes cercanos y conocidos de su comunidad. En la décadas del 60 hasta fines de los 80 tiene una producción prolífica. Luego sus internaciones psiquiátricas con momentos de encierro en un mutismo total. Es particularmente interesante su producción de los años 70 cuando aparece un cambio en su trabajo con el lenguaje. El relato de la experiencia vivida transcurrirá en el plano especular, de fusión con el paisaje pampeano transmitido en textos impresionistas. Su juego fonético convoca a un más allá de los límites del lenguaje corriente provocando al mismo tiempo un efecto musical tanto como una extrañamiento del imaginario propio para acercarnos a los ruidos de lalangue. Crea con su arte un artificio singular, un saber-hacer patentado en el tratamiento y la experiencia misma que hace con la palabra. Es bien conocido que J.C.B.O. sentía amor por los lugares y tertulias donde recitaba sus poemas, muchos de los cuales fueron musicalizados por referentes de la cultura para pasar al cancionero popular pampeano. Allí mismo hacía aparecer el misterio con la puesta en voz de los poemas que, al modo de una operación duchampiana con el ready-made, descontextualiza respecto al poema original (escrito) convocando a la escucha de un poema otro según el lector-recitador, reconstruyendo su contexto en el mismo acto de recitar. Con sus intervenciones poéticas celebraba también el fracaso de la lengua como sistema de comunicación sin equívocos, al modo de Joyce y Beckett. La resonancia y lo que resuena de la palabra poética es efecto de su trabajo con el lenguaje. No se vuelca a la poesía que adormece vía el sentido sino a la que despierta convocando lo real, soportable por el efecto rítmico. La musicalidad de la poesía, su sonoridad rítmica como estilo, el trazo de su palabra que provoca resonancias en el cuerpo remite a lo pulsional en tanto «eco de un decir en el cuerpo»[iv]. De esta manera la intervención poética se torna musical en tanto suspende todo sentido devenido de la cadena significante y presenta un decir que hace presente un imposible de decir poniendo en jaque al goce del sentido fantasmático.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Bustriazo Ortiz, J.C., Poemas de «Herejía bermeja». Ediciones en Danza. Bs As, 2008.

 

 

[i] Entrevista publicada online: http://www.confinesdigital.com/textos/bustriazo-ortiz-entrevista.html

[ii] Lacan, J., El seminario de Jacques Lacan: libro 3: las psicosis 1955-1956.- Buenos Aires: Paidós, 2002.

[iii] Idem, pag. 114.

[iv] Lacan, J,. El seminario de Jacques Lacan: libro 23: El sinthome 1975-1976 – Buenos Aires: Paidós, 2013.