< return

Un enganche: de la pre-psicosis a la psicosis ordinaria

“Esta verdadera desposesión primitiva del significante, será lo que el sujeto tendrá que cargar, aquello cuya compensación deberá asumir, largamente, en su vida, a través de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la impresión de qué hay que hacer para ser hombre.

Así es como la situación puede sostenerse largo tiempo; como los psicóticos viven compensados, tienen aparentemente comportamientos ordinarios considerados como normalmente viriles, y, de golpe, Dios sabe por qué, se descompensan.

¿Qué vuelve súbitamente insuficiente las muletas imaginarias que permitían al sujeto compensar la ausencia del significante?”

Jacques Lacan, El Seminario III, p. 292.

 

A partir del impulso generado por J.-A. Miller y las tres conversaciones realizadas durante los años 1996-98 se abrió un campo de investigación bajo el nombre de “psicosis ordinaria” que comprende un amplio espectro: “las psicosis compensadas, las psicosis suplementadas, las psicosis no desencadenadas, las psicosis medicadas, las psicosis en terapia, las psicosis en análisis, las psicosis que evolucionan, las psicosis sinthomatizadas…”[i]. A simple vista parece un campo abierto, pero, luego uno se percata que algo se repite: las psicosis.

A pesar de la extensa enumeración algo me llamó siempre la atención y es que no figurara el término o la categoría o lo que Lacan enunció como pre-psicosis.

Este término Lacan lo toma fundamentalmente de M. Katan, y solo aparece en su enseñanza en El Seminario III. En general lo usa para distinguir la primera fase del desencadenamiento de la psicosis, el momento que va desde que el sujeto se encuentra “al borde del agujero”[ii] hasta que “la iniciativa viene del Otro”[iii], es decir, hasta que se constituya el delirio. Lacan se encarga de ubicar estos dos momentos en el caso Schreber y en el caso comentado por Katan.

A este momento, Lacan lo describe –no sin ironía– del siguiente modo: “nada se asemeja tanto a una sintomatología neurótica como una sintomatología prepsicótica”[iv]. Digo “no sin ironía” ya que Lacan se encarga de ubicar ciertos “fenómenos de franja”[v], que dan cuenta de la estructura psicótica y que pueden presentarse en la fase de la pre-psicosis como también después.

En Schreber esta fase dura alrededor de ocho meses, desde junio de 1893 cuando tiene la fantasía de duermevela hasta la noche que parte su esposa y en la que tiene una cantidad abundante de poluciones nocturnas. Al día siguiente, el 15 febrero de 1894, tiene la convicción que el Dr. Flechsig tiene una “conexión nerviosa”[vi] con él. En el caso de Katan este período dura casi tres años.

Entonces, si bien en la pre-psicosis, Lacan distingue dos momentos, uno el borde de un agujero; y dos, el encuentro con la iniciativa del Otro, entre ambos momentos no hay un período determinado sino que se trata de de un tiempo variable. Incluso, aunque Lacan no lo explicite, podemos concluir que el segundo tiempo puede no presentarse.

Lacan ubica un modo de compensar esta falta del significante: “Supongamos que esa situación entrañe precisamente para el sujeto la imposibilidad de asumir la realización del significante padre a nivel simbólico. ¿Qué le queda? Le queda la imagen a la que se reduce la función paterna. Es una imagen que no se inscribe en ninguna dialéctica triangular, pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da, pese a todo, al sujeto un punto de enganche, y le permite aprehenderse en el plano imaginario”[vii]. Esta cita de Lacan correspondiente al Seminario 3 actúa como “enganche” con la conceptualización sobre las psicosis en su última enseñanza. De hecho Jaques-Alain Miller en sus hipótesis sobre la psicosis ordinaria postula que puede haber un desencadenamiento aunque no se haya percibido “y hubo restitución de la estructura imaginaria, para hablar el lenguaje de «De una cuestión preliminar…»”[viii]. Como vemos, el registro imaginario a pesar de su filo mortal al que puede conducir a un sujeto, también puede brindar un “enganche” que le posibilite transitar un hilo de vida.

Por lo tanto, volver a leer El Seminario III con la clave de las psicosis ordinarias nos puede iluminar sobre nuestra práctica cotidiana en este tema. La descripción minuciosa que Lacan realiza de este período que llama “pre-psicosis”, nos brinda un nuevo punto de apoyo de análisis de las psicosis ordinarias.

 

  • Una versión completa del artículo se encuentra en la revista E-Mariposa, n. 10.

 

 

[i] Miller, J.-A. (1998) “La clínica borrosa” en La psicosis ordinaria. Bs. As. ICBA-Paidós. 2003, p. 201.

[ii] Lacan, J. (1955-56) El Seminario, Libro 3, Las psicosis. Buenos Aires. Paidós. 1997, p. 289.

[iii] Ibíd., 275.

[iv] Ibíd., 273.

[v] Ibíd., 292.

[vi] Schreber, D. P. (1903) Memorias de un enfermo nervioso. Bs. As. Lohlé. 1979, p. 47.

[vii] Lacan, J. (1955-56) El Seminario, Libro 3, Las psicosis, op. cit., p. 291.

[viii] Miller, J.-A. (1998) “La clínica borrosa”, op. cit., p. 238.