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Entrevista a Piedad Ortega de Spurrier (NEL)

Realizada por Ana Viganó (NEL, Ciudad de México)

Las preguntas:

1) Desde el argumento, nuestro próximo Congreso se presenta como una recapitulación de dos décadas de trabajo sobre la noción de Psicosis ordinarias. Pero también como una plataforma de lanzamiento para pensar, desde este resorte, una consideración sobre la clínica psicoanalítica en general. ¿Qué hemos aprendido sobre las psicosis ordinarias los psicoanalistas? ¿Qué usos crees que se la ha dado a esta noción pensada desde el punto de vista clínico, epistémico, pero también político? De qué manera crees que lo que las Psicosis nos enseña permite hacer avanzar la perspectiva general de la clínica psicoanalítica y fortalecer la articulación entre intensión y extensión?

2) De lo propuesto hasta ahora podría desprenderse una continuidad de trabajo desde el Congreso anterior El cuerpo hablante. Sobre el inconsciente en el siglo XXI., y este Congreso. ¿Qué podrías decirnos de esta continuidad y qué ubicarías como novedoso entre una y otra escansión, en especial para nuestra Escuela?

Piedad Ortega de Spurrier:

¿Respuestas o interrogantes?

Cómo antecedente para contestar algo a tus preguntas debemos recordar que la noción de Psicosis ordinarias fue un esfuerzo conceptual muy importante para pasar de la primera a la segunda clínica. El aparato del síntoma como un instrumento permitió dar ese paso. Del anudamiento sintomático que permite un armazón constitutivo con el apoyo del Nombre del Padre a un anudamiento sintomático que prescinde de el que y en su lugar puede ubicarse un síntoma que permite una localización del goce y un enganche que, al mismo tiempo que mantiene a los tres registros juntos, le permite al sujeto sostenerse en el discurso en una “realidad humana”. Cuando se producen fallas en el anudamiento se presentan desenganches y enganches con algunas consecuencias en la subjetividad.

Es sobre esas consecuencias que a veces podemos verificarlas en ínfimos detalles, lo que hemos aprendido a observar de forma muy minuciosa. La dificultad a mi entender, reside en el hecho que esos desenganches sucesivos o no con respecto del Otro, que en ocasiones parecen reabsorbidos en un tejido de goce no se presentan bajo la forma de una estricta ruptura.

El analista descubre un re-hallazgo en la experiencia analítica bajo la forma de efectos de sorpresa para el que consulta como para él mismo, cuyo índice es la angustia ante la presencia de un real, frente al cual el analista tiene el poder discrecional de elegir o no ir por esa vía, porque bajo estas circunstancias, es prioritario anclar al paciente en lo imaginario y en lo simbólico para que este pueda soportar la vida. Esta es una enseñanza clínica que podemos obtener de la orientación por lo real en el caso de la psicosis, es decir tomar la vía de la abstención a seguir dicha orientación.

Por eso la clínica borromea hace del control un instrumento fundamental para orientar la práctica del analista cuando se requiere calcular si amerita perturbar una defensa o cuando es necesario preservarla, al encontrarnos que lo que ha obtenido el sujeto como defensa frente a lo real es lo mejor que pudo tener a manera de soporte para la vida.

El analista que explora esta nueva clínica, interviene desde una pragmática distinta, intenta reconocer los errores en la estructura borromeica que se ponen de manifiesto cuando las dimensiones RS·I se anudan de forma precaria para tener la posibilidad de discernir qué tipo de suplencia podría ponerse en juego para que sea posible anudar el lenguaje con el cuerpo. Se trata de un síntoma como anudamiento cuyo objetivo es reparar la falla del nudo.

La continuidad entre el Congreso anterior “El cuerpo hablante” y el próximo “La psicosis ordinarias y las otras. Bajo transferencia”, valora el registro imaginario en su capacidad de anudar el lenguaje con el cuerpo, al mismo tiempo que como señalé, el analista no es ajeno ni a los indicios de esos desanudamientos, tampoco a la angustia que se instala en la transferencia que no es ajena a la pareja que se produce con el analizante.