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Clínica de los signos discretos, ¿Qué posición del analista?

Jacques Alain Miller en “Efecto retorno de la psicosis ordinaria”i, realiza una ordenación importante en relación a los signos discretos. Apunta a la tonalidad, a la intensidad, al exceso, a una cuestión de más o menos en relación a esos signos. Y a un sentir del clínico en la transferencia. Plantea cómo en las psicosis veladas, disimuladas, esas que evolucionan sin hacer ruido, pero con un agujero que hay que poder leer, se deben buscar los indicios, – de ese desorden en la juntura más íntima del sentimiento de la vida del sujeto- en una triple externalidad: la social, la corporal y la subjetiva.

En la social, en la forma en que se siente el mundo que nos rodea, donde en ocasiones vemos cierta desconexión, desunión, nos encontramos con un sujeto que no se ajusta. En la corporal, en la forma en que se siente el cuerpo, un cuerpo que se deshace y donde el sujeto a de inventarse vínculos artificiales que le sirvan de abrazadera para aguantar con su cuerpo. En la subjetiva, en la forma de referirnos a nuestras propias ideas, donde la experiencia del vacío tiene una fijeza especial y se juega en una naturaleza no dialéctica.

Otros autores han realizado el esfuerzo de concreción en relación a los signos discretos. José María Álvarez en “Sobre las formas normalizadas de locura. Un apunte”ii, nos alerta de que pese a que tienden a confundirse con manifestaciones fóbicas, obsesivas, hipocondríacas, rarezas diversas, dolores y sensaciones extrañas; podemos apreciar estas formas discretas en ciertas crisis y episodios que se resuelven y reequilibran rápidamente. También podemos leer algunos signos en fenómenos elementales aislados y en las certezas sin elaboración delirante, pero sobre todo, nos dice, en la forma de funcionamiento fuera del discurso, de espaldas a los otros y ajenas a la vida del deseo.

Por otro lado, Miquel Bassols en “Las psicosis ordinarias y la reordenación de la clínica contemporánea”iii enumera algunos signos discretos a tener en cuenta: “una regulación del sujeto en el eje de las identificaciones imaginarias, una prevalencia de la relación con el cuerpo siguiendo este eje imaginario, acontecimientos de cuerpo a veces imperceptibles que responden a un agujero en lo simbólico, inflexiones sutiles en el discurso que quedan fuera de sentido, fenómenos velados de alusión, suplencias minimalistas con las que el sujeto sostiene la frágil estabilidad de su realidad

Eric Laurent señala en “La interpretación ordinaria”iv que en la interpretación en la psicosis apuntamos a obtener una estabilización, una puntuación. Que se trataría de apuntar a la posibilidad de un corte, que la lengua deje de estar compactada, holofraseada. El discurso analítico transporta con él el lugar del Otro, autorizamos el lugar del Otro que pueda permitir la traducción, acompañando al lenguaje que se hace cargo del goce. Laurent nos recuerda la función del silencio en el tratamiento en la psicosis, y la sesión como la posibilidad del momento de pausa, de silencio. Una interpretación debe de este modo incluir su silencio o su enigma. El equivoco interpretativo apunta a descomponer el significante, para que no se produzca la concatenación sin fin ni la significación estática.

Pero ¿cómo estar bien ubicados en la psicosis ordinaria para producir esa posibilidad de corte?

Desde La Convención de Antibes y la Conversación de Arcachón ha sido extenso el número de trabajos sobre la psicosis ordinaria. Algo que hace eco en varios de ellos, y que se revela para la clínica como algo de vital importancia, son las consecuencias por la extensión del uso demasiado “flexible” del término psicosis ordinaria a la hora del diagnóstico.

Ya en la Conversación Clínica del ICF de 2008v, “precariedad del vínculo social en las psicosis ordinariamente”, Vicente Palomera nos advertía de que no es suficiente tener una posición de testigos para el tratamiento en las psicosis ordinarias. Eric Laurent en el texto antes mencionado nos habla de la oposición estricta, casi caricaturesca, que se extendió de hacer hablar a la neurosis y callar a la psicosis, alertando de que no se trata de eso. Pierre-Guilles Gueguenvi nos recuerda nombrando a Eric Laurent, como se ha visto entre los múltiples efectos colaterales de la sobreextensión de la categoría de psicosis ordinaria, una tendencia del analista a abstenerse de incluirse en el tratamiento y escuchar pasivamente al paciente. Jacques Alain Millervii, por otro lado, nos alerta de no quedarnos en el “asilo de la ignorancia”, ya que se trataría de un refugio para no saber.

Esta clínica de pequeños indicios nos ayuda a ubicarnos en la conversación con el sujeto psicótico, a interrogarnos por lo que produjo el desanudamiento que les hizo venir a consultar a un analista; a poder buscar el desorden en lo más particular del caso e intentar cernir qué hace función en cada caso en el lugar del NP, es decir, qué abrazadera inventado para anudar lenguaje y cuerpo. Nos ayuda a intentar leer qué relación ha construido el sujeto con el objeto, en estos caso donde no está marcada por el semblante y a interrogarnos por ese vacío particular que se revela en la psicosis ordinaria, con un relieve distinto al de la neurosis, con una fijeza especial.

Todo ello desde el deseo y acto del analista orientados, que no pueden sostenerse desde una posición de testigos, ni quedar exentos de poner el cuerpo.

i Miller, J.-A., “Efecto retorno de la psicosis ordinariaen Freudiana 58, Barcelona, Comunidad de Catalunya ELP, 2010.

ii Alvarez, J.M., “Sobre las formas normalizadas de locura. Un apunte” en Freudiana 76, Barcelona, Comunidad de Catalunya ELP, 2016.

iii Bassols, M,, “ Las psicosis ordinarias y la reordenación de la clínica contemporánea” en Freudiana 80, Barcelona, Comunidad de Catalunya ELP, 2017.

iv Laurent, E., “La interpretación ordinaria” en Freudiana 76, Barcelona, Comunidad de Catalunya ELP, 2016.

v Conversación Clínica del ICF “Precariedad del vinculo social en las psicosis ordinarias”, Barcelona, 2008. Disponible en internet, http://www.redicf.net/textos/3p_barna0208.pdf

vi Guéguen, P.-G., “¿Quién está loco y quién no? Sobre el diagnostico diferencial en Psicoanálisis” en Freudiana 76.

vii Miller, J.-A., “Efecto retorno de la psicosis ordinaria” op.cit.