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«Soluciones extraordinarias bajo transferencia» Entrevista a Savine Faupin conservadora Jefe del LAM (por la ECF)

Entrevista realizada por Marion Outrebon

 

Savine Faupin ¿quién es usted?

Soy la Conservadora Jefe del LAM en Villeneuve d’Ascq, el museo de arte bruto, de arte contemporáneo y de arte moderno de Lille, me ocupo de la colección de arte bruto. Trabajo únicamente con la colección de arte bruto desde 2004, aunque sigo vinculada al arte moderno, al arte contemporáneo y al arte en general.

Aproximar el arte bruto al arte contemporáneo y al arte moderno de una manera que no se había hecho nunca antes, es algo que nos hemos atrevido a hacer.

 

¿Podría darnos una definición de arte bruto?

Si retomamos la historia, vemos que fue Jean Dubuffet quien inventó el término en 1945. Decía que se trataba de personas que creaban sus obras por fuera del mundo cultural, por fuera de una práctica de la cultura.

Hay en el arte bruto muchas obras realizadas en asilos, en hospitales y Jean Dubuffet va a explorar esos hospitales. Esta búsqueda lo lleva a Suiza, viaje en el que va buscando ese tipo de obra “atípica”, y se encuentra en los hospitales con psiquiatras como el doctor Walter Morgenthaler en Berna, lugar en el que desde muy pronto estas obras fueron creadas y conservadas en el mismo hospital, como la de Adolfo Wellesley.

 

¿Qué la ha llevado al arte bruto?

Me interesaba descubrir obras que no conocía, salvo Augotin Lesage y Jospeh Crepin que son pintores espiritistas…

 

¿Pintores espiritistas?

Mediums que reciben voces, que oyen voces y que van a realizar sus obras guiados por ellas. Las voces les obligaron a realizar su obra. Pasaron una gran parte de su vida pintando y obedeciendo a sus voces, creando obras verdaderamente extrañas.

 

Nos hablaba usted de Adolf Wölfli, ¿podría decirnos un poco más?

Es un artista que va más allá del arte bruto, tiene una obra fantástica. Cae en una vida de violencia y es hospitalizado. Enseguida va a dibujar. Los primeros dibujos que se conocen son de 1904 y son de una gran elaboración, realmente buenos. El Dr. Morgenthaler, que es su psiquiatra, se va a fijar en ellos, lo va a alentar, lo va a ayudar, y va a lograr que sus obras sean conservadas.

Estas obras se componen de grandes secuencias, grandes capítulos donde va a contar su vida basada en hechos reales, y poco a poco logra reinventarla. Se convierte en San Adolfo, se convierte en el equivalente de Dios padre. Se inventa planetas, pues realiza viajes interplanetarios, y todo eso lo cuenta y lo dibuja.

 

¿Qué es lo que hace que este hombre sea tomado en serio como artista y que no sea reducido a un sujeto que inventa un mundo delirante, lo que sería un loco sin más?

Creo que en ese lugar había una mirada, una acogida, posibles. Muy pronto la amabilidad con la que fueron miradas sus obras, le permitió esta libertad.

Además, cuando Adolf Wölfli trabaja, está tranquilo; cuando dibuja consigue recomponer algo, reconstruir un universo y esto no les pasa desapercibido a sus cuidadores.

 

Pienso en la segunda parte del título de nuestro congreso: “bajo transferencia”, usted dice que se trata de un buen encuentro con un equipo, lo que permite a estos sujetos crear y que sus creaciones sean reconocidas.

En efecto. ¡Y con Wölfli esto llega lejos! Wölfli decora su habitación, pinta el techo, hace dibujos por todas partes; encarga un tapiz a Izmir a partir de un patrón que había dibujado ¡Es increíble!

 

Dice usted muy bien cómo esto consigue apaciguar a estos pacientes e incluso más, les permiten reconstruir su universo con sus propios medios. ¿Podríamos hablar de una suerte de muleta que les permitiría sostenerse?

La muleta estaría todavía demasiado vinculada a la enfermedad… Sin embargo, permite demostrar que es un verdadero apoyo que hace posible ir hacia otra cosa.

Un ejemplo que ilustra muy bien esto es el de Augusto Forestier, un paciente que se transformó con su obra.

Esto lleva tiempo. Auguste Forestier vivió en San Alban entre 1914 y 1957. Lo internaron por poner piedras en los raíles, quería ver descarrilar un tren. Primero lo encarcelaron, luego lo internaron en San Alban.

En prisión ya había esculpido unas pequeñas medallas, no se sabe cómo, que se había colgado de la chaqueta diciendo que la compañía ferroviaria se las había regalado para darle las gracias por haber hecho descarrilar el tren. En Sant Alban enseguida se pone a dibujar, pero conocemos su trabajo sobre todo por sus objetos.

Jean Oury ha escrito un buen texto sobre Auguste Forestier en el cual habla de esta reconstruccióni, de cómo los objetos de Forestier son también él mismo. No son objetos de los que esté separado, pero con el tiempo va a poder hacer trueque con ellos y va a poder así separarse, lo que no es cualquier cosa. Vemos bien que se trata de mucho más que de una obra de arte.

 

Mucho más que una obra de arte, pero tiene usted razón, el término muleta es reductor ¿Podemos hablar de suplencia, incluso de metáfora, que vendría a reconstruir su mundo por el arte o el lenguaje?

Se construyen a partir de una obra en la que continuamente elaboran, hacen camino, esto permite a estas personas ir hacia otras cosas, ir más allá de su fragilidad. A nosotros nos permite comprender cómo un gesto creador aparece y permite construir algo, nos permite ayudar en estos contextos de creaciones particulares.

 

¿Es su aspecto inclasificable, extraordinario, lo que la ha llevado hacia el arte bruto?

Vengo de la Escuela del Louvre, lo que supone un aprendizaje del arte desde la antigüedad hasta nuestros días, Escuela en la que nos dedicamos a observar y a mirar objetos. Viendo esas obras me sentí interpelada por el hecho de que ¡estaban ahí y nadie hablaba de ellas!

El hecho de que esta colección de arte bruto llegue a un museo de arte contemporáneo ha permitido hacerse esta pregunta: ¿por qué continuamos aislando este arte?

 

La inclusión a cualquier precio en la sociedad, en una forma de normalización, puede poner en dificultad a ciertos sujetos. Usted parece actuar de otro modo con este deseo de no aislar más este arte.

Nos interesamos por los artistas. Es una manera de incluirlos en la sociedad con lo que son. Esto permite encontrar los medios para que puedan hacer algo y sean aceptados por lo que ellos son: artistas.

Trabajamos también en las prisiones, con grupos de detenidos. Los guardianes, cuando ven las obras de los detenidos, no pueden creer que sean las mismas personas. Se trata de tener en cuenta su mirada y tenerlos en cuenta a ellos a través del arte. El arte les permite abordar la vida de manera muy diferente. No siempre funciona. No funciona cuando no logramos acompañar suficientemente a estas personas cuando salen de estas estructuras. El exterior es rudo y a veces este trabajo del principio no basta para que no recaigan de nuevo. Pero, en un momento dado, hubo algo que pudo ser. Es una pequeña gota de agua cada vez.

 

Traducido por Azucena Bombín

 

 

i Oury, J., Essai sur la création esthétique – L’imaginaire esthétique comme facteur d’intégration biopsychologique. París: Hermann, 2008.