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Bye bye clínica ordinaria, hola singularidad

Durante mucho tiempo me he resistido al concepto de psicosis ordinaria porque hace tiempo que me considero un experto en diagnóstico y que era ordinario para mí -ordinario en el sentido banal- diagnosticar psicosis allí donde, para otros, era extraordinario. Obviamente, pasaba mi tiempo equivocándome… No impide, dada su frecuencia, que la constatación de la ausencia de una estructura neurótica o perversa es un hecho absolutamente ordinario.

He tenido así, durante años, un uso provocador del diagnóstico de psicosis, con interlocutores a los que he dejado mudos así. Ciertamente quería, no solo impresionar, ir en contra, desestabilizar al otro sino sobre todo provocarlo. Porque la formación no lacaniana o el uso en el discurso común, deja este diagnóstico a sus espantosas resonancias de locura. Pero para nosotros, la estructura psicótica no es una locura sino que hay neurosis confusas: fobias incomprensibles, obsesiones invasoras, histerias desenfrenadas.

Si no se quiere incomodar o asustar a su interlocutor, la adición del adjetivo ordinario realizado por Jacques-Alain Miller, tiene el mérito de aportar un cierto esclarecimiento al término sulfuroso de psicosis y por lo tanto no dramatizar el uso en una extensión más grande y con interlocutores menos entrenados. Es el significado del término «ordinario» en su sentido moderado: la psicosis moderada, aquella que no perturba demasiado el lazo social, especialmente el orden público.

Pero si se considera entonces que la presencia de un delirio o alucinaciones puede permitir hablar de una psicosis extraordinaria, entonces uno se dará cuenta de que la presencia de estos síntomas, síntomas en el sentido psiquiátrico del término, es frecuente. Es frecuente cuando uno considera como delirio una certeza indialectisable. Es común cuando prestamos atención a la presencia de alucinaciones. Porque estas alucinaciones pueden ser discretas, a veces discretas hasta el punto de ser intrapsíquicas, y es un término que existe en la clínica psiquiátrica misma: es decir, por ejemplo, la presencia de un pensamiento o incluso una palabra o imagen experimentada por el sujeto como ajena a él, pero presente, «en su cabeza» como intrusiva o simplemente impuesta. En ambas condiciones, con frecuencia se puede hacer un diagnóstico de psicosis extraordinaria. Por lo tanto, es en estos casos, los signos discretos de la psicosis extraordinaria son llamados paranoia o psicosis delirante crónica en la nosología clásica cuando no hay alucinaciones, o psicosis alucinatoria crónica, cuando si hay. En estos casos, podemos hablar con Jacques-Alain Miller de «Enfermedades del Otro», es decir que lo que está en cuestión es una perturbación en el lugar donde se articula la palabra para un sujeto, el lugar del Otro, esencialmente una perturbación de la relación del enunciado de la enunciación en palabras de Jacques-Alain Miller. Dada la frecuencia de estos casos discretos en la clínica, podemos decir que la psicosis extraordinaria, de hecho, es ordinaria.

Hay por otro lado una clínica, aquella de esos otros casos que no están estructurados ni como psicosis crónica, neurosis o perversión, aunque a veces puedan parecerse de cerca debido a ciertos rasgos que aparecen en primer plano. En ciertos nosogramas, se hablaba entonces de esquizofrenias frías, psicosis blancas, pseudo neurosis, estados límite o estructuras «como si», etc. Se entra allí en la tierra de nadie de signos discretos muy diferentes y que componen un número de cuadros infinitamente variados, modulados, mitigados, relucientes variaciones del anudamiento de los registros del real, del simbólico y del imaginario donde el término psicosis ordinaria tiene sentido. Pero estos cuadros donde la relación con el Otro a veces parece tan frágil que el cuerpo no tiene consistencia, solo se pueden describir caso por caso. En estos casos, podemos hablar con Jacques-Alain Miller de «enfermedades de la mentalidad». Pero estos cuadros son, fenomenológicamente tan únicos, que podría decirse que estas psicosis ordinarias son verdaderamente únicas, cada una en su género: extraordinarias. Estos casos, por lo tanto, solo pueden abordarse más allá de la clínica, una clínica que parece ser bastante ordinaria con respecto a los encantos infinitos de la singularidad.

 

Traducción: Magda Gómez.