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¿Ordinaria melancolía?

Propongo revisar el concepto de melancolía para pensar el sujeto de nuestra clínica.

Tanto Freud como Lacan formularon que en la melancolía hay un problema de identificación y de la relación del Sujeto con el Otro.

Si la melancolía es un sinthome en lo real: identificado al deshecho, al objeto; éste no puede perderse. “El melancólico es un sujeto engullido por el objeto que le es imposible perder”[i].

Cottet refiere que el rechazo del inconsciente en la melancolía induce una culpabilidad delirante cuya queja misma hace al goce.

“En la melancolía habría un rechazo del objeto sin simbolización y en el lugar del objeto del fantasma que produce lógicamente la operación simbólica sólo queda una imagen que el sujeto melancólico intentará atravesar en el acto suicida para alcanzar su ser.”[ii]

Por otra parte, Laurent nos dice que el melancólico se identifica con el odio hacia esa cosa, la vertiente narcisista de su yo se identifica con la mismísima cosa perdida.

“En ausencia del goce fálico que falta, la identidad sexual y la relación entre los sexos; surge este goce devastador.”[iii]

En la melancolía no hay objeto. Tampoco hay pacto con el Otro. Únicamente la imagen narcisista puede taponar el goce, a condición de que sea ejemplar para el ideal. Si en la angustia el sujeto hace lazo al objeto, en el humor se plantea la relación del sujeto con su falta, podemos decir que en la melancolía el sujeto es el objeto deshecho: se des-hace, no hace unidad.

Si la melancolía se funda en el supuesto teórico de un rechazo forclusivo de la falta: “sin falta y sin deseo, el melancólico pasa de estar ilusoriamente colmado a la desesperación de haberlo perdido todo.”[iv]

Lacan ve en la melancolía la marca del desfallecimiento del discurso, cuya ilustración fundamentalmente es el suicidio; el punto en el que ya no hay palabra posible, imposibilidad de dirigirse a Otro.

El objeto del melancólico es aquel que nunca le ha faltado: lo posee por medio de su pérdida misma, esta posesión sofoca el deseo. Dolor en estado puro. Perdida misma de la falta fundante del deseo subjetivo.

Me pregunto entonces si la melancolía nos puede enseñar algo sobre ciertas posiciones subjetivas que encontramos en la clínica en las que, síntoma/estructura no se distinguen; una fijeza de posición, una estática del sujeto, resultan difícilmente conmovibles.

Lo ilusoriamente colmado y la desesperación de haberlo perdido todo, no son más que una misma cara, un único borde: una banda de möbius.

Encontramos ciertamente una dificultad en los sujetos para entrar en un discurso. Los discursos son estructuras lógicas que actualmente resultan endebles, frágiles para pensar los modos de lazo social, los lazos amorosos.

Tomar la cuestión de la imagen tal como está planteada para la melancolía considero que puede ser útil para pensar que hace el sujeto de hoy para alcanzar su ser, un ser que de entrada hace espejo con el objeto (¿virtual/real?)

Estudiar entonces esta nueva forma de presencia del objeto sin cuerpo (en imágenes) podría darnos la pista para pensar nuevas formas de suplencia.

Me pregunto si la era digital, (conectividad e información) y la era de los fundamentalismos acaso supieran responder a esta oscura sombra del objeto.

 

[i] Bassols, M., en León, E.:1997. Cita tomada del extracto del trabajo de tesis de Postgrado en clínica Psicoanalítica por la Universitat Oberta de Catalunya. Barcelona, España, 2004. Echeverría Fernandez, Coralia. Melancolía: un obstáculo al deseo. Nov, 2004. Publicado en Internet.

[ii] Harari, A. (1993). El seminario “La angustia” de Lacan: una introducción”.

[iii] Echeverría Fernandez, C., Melancolía: un obstáculo al deseo. Nro3.Gautemala. Nov, 2004. Artículo publicado en internet.

[iv] Juranville, A. (1994). La mujer y la melancolía. Bs As. Ed. Nueva Visión. Colección Freud<>Lacan.

-León, E. (1997). Acerca de la llamada melancolía. Nuevas formas del síntoma en la cultura. Publicación del II Coloquio del campo Freudiano en Cuba. Bcn. Ed. Eolia.

-Laurent, E. (1998). Melancolía. Dolor de Existir.Cobardía moral. Ornicar? Nro 47. Paris. Ed, Navarin.