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El goce de lalengua y el discurso

Lacan en el Seminario IIIi afirma que antes de hacer el diagnóstico de psicosis debemos exigir la presencia de los trastornos de lenguaje. Sin duda que la enseñanza de Lacan ha transitado por diferentes momentos y se puede afirmar que siempre se preocupó por el tema en toda su amplitud: lenguaje, discurso y escritura como constantes han tomado distintos matices. Sin embargo, hay algo que se mantiene desde el inicio, un punto freudiano tomado por Guiraud y por Lacan tempranamente, en palabras actuales el goce de lalengua y el discurso.

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Jacques Lacan como psiquiatra se interesó por el lenguaje y la escrituraii en la psicosis. La psiquiatría francesa de ese momento se preocupa por la relación entre lenguaje y locura para encontrar una nueva perspectiva diagnóstica que permitiera hallar su mecanismo. Se trataba de una reflexión fenomenológica y de una causalidad orgánica.

En Acerca de la causalidad psíquica Lacan señala que el problema de la locura no puede separarse del lenguaje, de la palabra como nudo de significación. Se trata de una articulación de la estructura psíquica con la estructura del lenguaje tomada desde la significación.

“Emprendamos este camino para estudiar las significaciones de la locura, como nos invitan a hacerlo los modos originales que muestra el lenguaje, esas alusiones verbales, esas relaciones cabalísticas, esos juegos de homonimia, esos retruécanos que han cautivado el examen de un Guiraud, y diré ese acento de singularidad cuya resonancia necesitamos oír en una palabra para detectar el delirio, esa transfiguración del término en la intención inefable, esa fijación de la idea en el semantema (que tiende aquí, precisamente, a degradarse en signo), esos híbridos del vocabulario, ese cáncer verbal del neologismo, ese naufragio de la sintaxis, esa duplicidad de la enunciación, pero también esa coherencia que equivale a una lógica, esa característica que marca, desde la unidad de un estilo hasta las estereotipias, cada forma de delirio, todo aquello por lo cual el alienado se comunica con nosotros a través del habla o de la pluma.” iii

Se trata de un párrafo que requiere ser estudiado en profundidad. La referencia a Guiraud es de Les formes verbales de l’interpretation délirant que ya había sido citado por Lacan en su tesis. En Acerca de la causalidad psíquica Lacan agrega a las variedades de Guiraud las dificultades con la sintaxis y la duplicidad de la enunciación lo que apunta a lo que serán los recorridos posteriores y lo ubica en el marco comunicacional.

Para Guiraud las formas verbales de la interpretación delirante debían ser abordadas desde el punto de vista de la clínica y del mecanismo psicológico. Clínicamente formula las siguientes variedades: alucinaciones verbales, relaciones cabalísticas, homonimias, juego de palabras. Respecto al mecanismo psicológico trata de ubicar los que son formadores de las interpretaciones verbales. Establece la diferencia entre las interpretaciones con justificación lógica que tienen ciertas analogías con algunas teorías paracientíficas y las interpretaciones sin justificación lógica.

En el primer grupo se observan las siguientes características: la polarización de la asociación de palabras por el estado afectivo, la pérdida localizada del sentido crítico, un ensayo de armonización entre la nueva certitud afectiva y la inteligencia.

En el segundo se trata de interpretadores verbales que no construyen ningún sistema. El lenguaje deviene silogístico pero no hay detrás del mismo ninguna sistemática sino solo la certitud de la evidencia.

Sin duda que la influencia freudiana se hace presente. Guiraud señala que lo que domina en esos procesos es la intensidad del potencial afectivo. Las distintas variedades de la interpretación las relaciona con la modalidad del discurso en su vertiente sistemática y señala que cuando domina la intensidad del potencial afectivo hay menor organización lógica. Este punto será una constante para Lacan expresada de diferente manera según el momento de su enseñanza.

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En el Seminario III Lacan hará del Nombre del Padre el anclaje subjetivo con la estructura del lenguaje por eso escribe en De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, que la neurosis o la psicosis dependen de lo que tiene lugar en el Otro. Lacan señala que a partir de que el sujeto habla existe el Otro, que es aquí el Otro del lenguaje. En la psicosis está excluido y lo que concierne al sujeto es dicho por el pequeño otro. El Nombre del Padre es el significante que en el Otro funciona como ley. Lacan separa los trastornos del lenguaje de los que aparecen en el plano imaginario por la ausencia de la significación fálica, así hace el diagnóstico del lenguaje delirante por el funcionamiento de las palabras y lo califica por la intensidad del goce en juego. Se trata de un “sabor particular en el que ciertas palabras cobran un énfasis especial, una densidad que afecta la forma del significante”iv. Se refiere con esto a los neologismos en la paranoia, a los dos fenómenos de la intuición y la fórmula. El énfasis especial de las palabras permite hablar de palabras claves.

A nivel del significante, en su carácter material, el neologismo con los dos tipos de fenómenos mencionados, detiene la significación. La intuición tiene un carácter pleno que inunda al sujeto y la fórmula se repite como estribillo. En el nivel de la significación no hay remisión, es una significación irreductible, es el peso de lo inefable.

Lacan propone no tomar esto como otro lenguaje sino tratar la economía del discurso que es lo que permite afirmar que se trata de un delirio:

-la relación de significación a significación.

-la relación con el ordenamiento lógico que es común en el discurso.

Nuevamente encontramos la doble referencia, el funcionamiento de las palabras en relación al goce y la relación del ordenamiento a la ley. La metáfora delirante, a falta de la metáfora paterna, estabilizaría la relación significante significado. En este momento, al fallo de lo simbólico responde la proliferación imaginaria.

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La enseñanza de Lacan con el punto de capitón, el objeto a, la distinción enunciado enunciación, da elementos para ubicar las particularidades del discurso, especialmente en el caso de la psicosis como fuera de discurso. Es el efecto de la castración forcluida que impide el punto de capitón, la extracción del objeto a y la división enunciado/enunciación.

Millerv ha señalado los efectos de la falta del punto de capitón en el discurso en relación al fenómeno de la “nebulosa”, que impide la puesta a punto del significado generando la dimensión de eterno presente. En la psicosis hay la imposibilidad de la memoria porque la alteración del eje temporal impide la historización.

De este modo uno de los registros discursivos que es poder hablar del pasado, queda aplastadovi. No es lo mismo la historia que el relieve, no es lo que se cuenta sino lo que se muestra de las marcas del funcionamiento. Lacan precisó que el relieve lo da el plus de gocevii que incluye la castración.

Hay que recordar que es la experiencia con la psicosis lo que lleva a Lacan a extraer la función del objeto mirada y el objeto voz. Millerviii precisa que “la palabra anuda el uno al otro, el significado o mejor el a-significar, lo que está por significar y el significante”. Ese anudamiento comporta siempre como tercero la voz, áfona y fuera de sentido. La voz es una dimensión de toda la cadena significante. Hay que recordar sobre este punto el ejemplo de ¡Marrana! del Seminario III.

La Sra. M. presenta un discurso coherente, podría decirse un poco excesivamente culto, pero carente de relieve, sin matices. Las palabras toman un solo sentido y se inquieta frente a los juegos de lenguaje. La literalidad es el mecanismo para fijar el discurso, “si dijo a, es a” y todo deslizamiento la molesta porque el otro no cumple con lo que dice. Es decir, se le presentifica de alguna manera el goce el Otro.

Lacan ya había señalado en el Seminario XVII que el tejido tiene relieve, encierra algoix, es una construcción lógica que se enuncia y es por la enunciación que se muestra el funcionamiento.

La enunciación es la posición respecto a los propios dichos y permite la localización del decir, se trata de lo que resalta, lo que tiene realce. En cierta medida la enunciación puede hacerse equivaler a una versión sobre lo real porque, si bien sostiene un enunciado al mismo tiempo lo descompleta y toca el cuerpo. La distancia enunciado/enunciación hace existir el A barrado. En la psicosis hay muchos matices que evidencian las dificultades con esta cuestión.

El Sr. B, una paranoia muy discreta, está dedicado a la supuesta enunciación del otro mientras que la suya aparece totalmente borrada.

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Lacan diferencia, en los años 70, las dos vertientes del lenguaje –la de la palabra y la del signo-, y elabora con lalengua una lengua que no es para la comunicación sino para el goce. El lenguaje es un derivado de lalengua que es definida como la palabra antes de ser ordenada gramatical y lexicográficamente. Lalengua es la palabra disjunta de la estructura del lenguaje. Cabe recordar la lengua fundamental de Schreber hecha de neologismos.

La división del lenguaje en lalengua y el vínculo social vuelve a poner, más allá del Nombre del Padre el elemento regulador. El fuera del discurso de la psicosis cuestiona el vínculo social que junta la singularidad de lalengua con el elemento estandarizado. Se puede decir que el discurso del amo intenta “normalizar” lalengua.

La última enseñanza hace del nudo una escritura desenganchada de la palabra. Pero la escritura ha estado siempre presenta para Lacan. En “Escritos inspirados: esquizografía”, x los autores parten del concepto de “esquizofasia” para señalar que en algunos casos sólo se manifiesta en el lenguaje escrito. La concepción de déficit aparece claramente explicitado: cuando el pensamiento es pobre el automatismo suple el déficit y es juzgado como válido porque apela a una emoción.

Sin embargo, se establece la relación con el surrealismo y el reconocimiento del valor poético de ciertos escritos. En el panorama de la concepción deficitaria se inscribe un plus de creatividad.

Esta será la línea que seguirá Lacan en su Tesis. Efectivamente en el caso Aimée analiza sus escritos a los que adjudica un valor clínico que permitiría estudiar las relaciones del delirio con la personalidad y en este caso, un valor literario reconocido que se extingue a posteriori.

El análisis del texto de Schreber le da un carácter de testimonio que se aproxima por su rigurosidad al discurso científico mientras que en el texto de Wittgenstein ubica la ferocidad psicótica. Señala lo notable que ha sido que la universidad inglesa le haya dado un lugar aparte, aislado, que le permitía retirarse y volver “con ese discurso implacable”xi para salvar la verdad.

Es fundamental la lectura que Lacan hace de Joyce .En Joyce señala que su escritura tendría la función del síntoma en el sentido borromeo al anudar los registros real, simbólico e imaginario por un cuarto redondel. El uso de la escritura expresa su singularidad sintomática hasta el punto de producir lo ilegible. El estilo de Joyce con la escritura hace que desarticule la lengua inglesa, la tritura. Esta escritura tiene por función corregir el error de su nudo y hacerse un Ego con ella y mantener una relación muy particular con la propia imagen. Esto plantea su dificultad con lo imaginario y hace que real y simbólico entren en coalescencia.

Joyce da a la lengua un uso distinto al ordinario, por medio de la escritura descompone la palabra. Lacan abre el interrogante sobre si se trata de liberarse del fenómeno palabrero o dejarse invadir por propiedades fonemáticas.

La función del escrito como operación sobre el goce pone en primer plano la cuestión del estilo para la que Lacan tuvo una sensibilidad desde los inicios con su trabajo sobre el problema del estilo y las formas paranoicas de la experiencia.

Son los casos de fuera de discurso los que muestran que, si bien el lenguaje es una defensa que se puede utilizar de distinta manera, el discurso permite el lazo social y ayuda con un cierto saber hacer que da apariencia normalizada.

Esta nueva partición reactualiza lo planteado por Lacan desde el principio, la relación de la singularidad del uso de la lengua con el vínculo social que implica el discurso común. De este modo aparece la idea de que todo el mundo delira pero sin embargo, y siguiendo a Lacan, se trata siempre de ver la “economía del discurso” y los efectos creadores y de invención para mantener la tensión entre esos dos aspectos.

i Lacan, J. Seminario III: Las Psicosis. Paidós, p.113.

ii Cabe recordar el trabajo en colaboración “Escritos inspirados: esquizografía” su Tesis “De la psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad” 1933. ”El problema del estilo y la concepción psiquiátrica de las formas paranoicas de la experiencia”.

iii Lacan, J. “Acerca de la causalidad psíquica”, en Escritos 1. Siglo XXI, 1990, p.158

iv Lacan, J. Seminario III Las Psicosis, Op.cit., p.51.

v Miller, J.-A. Los inclasificables de la clínica psicoanalítica. Paidós, p.346-47.

vi Lacan, J. 13-11-73. Inédito.

vii Lacan, J. 13-1-71. Inédito.

viii Miller, J.-A. “Jacques Lacan y la voz”. En Freudiana 21, 1997, p.11.

ix Lacan, J. Seminario XVII: El reverso del psicoanálisis. Paidós, p.57.

x Lacan, J., Migault, P., Levi-Valensi, A.: “Ecrits ‘ins p irés ‘: Schizo g raphi”, en: Annales Medico-psychologiques.T.II.pp.5 0 8- 22.

xi Lacan, J. Seminario XVII. Op. cit., p.66.