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Camille Claudel, una herida de amor

“Te equivocas al pensar que es todo sobre ti. Eres un escultor, Rodin, no una escultura. Deberías saberlo. Yo soy la anciana que no tiene nada en los huesos. Y la joven que pierde la juventud, también soy yo. Y el hombre también soy yo. No tú. Le di toda mi fuerza, y a cambio él me dio todo su vacío. Ahí tienes, soy tres veces yo. La Santísima Trinidad, Trinidad de vacío”. Camille Claudel parece anudarse en la vida siendo escultora, esa es su pasión -“¿estoy destinada a ser escultora? ¡Qué soñadora soy!”-, le gustan los retos, lo difícil, pero todo se desarma cuando su amante, Rodin, la deja. El amor la devasta; se ha entregado en cuerpo y alma a ese hombre.

Siendo la musa de Rodin, él consigue sus mejores obras, al tiempo que ella deja todo para ubicarse en ese lugar. “Claudel pupila de Rodin. ¡Ella recoge las sobras de Rodin y las esculpe en sus esculturas!”, dirá.

Con una madre que la rechaza y quiere encerrarla, “mi madre no me dirige la palabra. No le gusta la escultura, esa inmundicia”, hay un padre que la mira. Estragada por su madre y luego por un hombre, encarna el objeto del Otro. Una escena lo muestra, cuando Camille en la puerta de la casa de Rodin grita hasta el cansancio tirando la basura en su entrada y quedando ella misma como parte de ese deshecho. Identificada al lugar de mujer dejada, Rodin le dice: “Yo esculpo la vida, no la muerte. Tú desprecias la vida. Buscas el dolor, te embriagas con dolor. Fabricas el dolor”.

Camille termina delirante, destruyendo parte de sus obras. Pasó sus últimos 30 años encerrada en un manicomio, sola, abandonada. No volvió a esculpir. El arte no suplió la debilidad de su nudo. ¿Qué hubiera pasado si se hubiera encontrado con un analista? Quizás hubiera vuelto a su pasión, la escultura.

Fue a partir del cine y el estreno en 1988 de la mano del director Bruno Nuytten de este film, Camille Claudel, como esta escultora llega a ser conocida mundialmente.

El cine, una vez más, nos da material para elaborar el discurso analítico, nos permite tomar una escena o un divino detalle y de ahí sacar una enseñanza1. Tal como Lacan se sirve del arte para abrirse camino en la teoría y en la práctica psicoanalítica.

 

1-. Entrevista a Miquel Bassols en PSIne2. http://revistapsine.com/wp-content/uploads/2016/04/PSIne-n%C2%B0-2-PAULOZKY-Entrevista-a-Miquel-Bassols.pdf