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El caso Hölderlin: Entre la creación de un nuevo orden y el lenguaje “kamalatta”

Podemos situar el “caso Hölderlin”[i] en una zona intermedia entre la ley del psicoanálisis, el Significante del Nombre-del-Padre -por tanto Schreber que dio las claves de su ausencia-, y lo que implica el sin ley -encarnado por Joyce, que dio las del sinthome-, sin lograr del todo ni la solución schereberiana, ni la joyciana.

Si para el presidente Schreber la creación de un nuevo orden del mundo exigía su eviración, para el poeta, la fundación de una comunidad de hombres libres, la vuelta a la naturaleza, y la construcción de un mundo ideal de belleza y felicidad, “ser uno con todo lo viviente”[ii], tendrá también sus consecuencias.

En la magna obra de Hölderin, la novela epistolar Hiperión, encontramos una pista. Hiperión es el “hijo de los dioses”[iii] y si el destino humano es “estar atrapado en la nada”, el poeta, él mismo, es el que hace de intermediario entre los dioses y este destino. La vocación del poeta, dirá, es “exponerse al exceso, mediar, entre lo divino y lo humano”[iv].

Y aún más, en una carta fechada el 4 de diciembre de 1801, ya en casa del carpintero Zimmer, leemos lo siguiente: “…temo que al final me ocurra lo que al antiguo Tántalo, que estuvo tan cerca de los dioses que recibió más de lo que podía soportar”[v].

Para Joyce, sin embargo, no se trata de hacer el uno con el todo, él es el Uno solo. Alejado del ser, desabonado del inconsciente, separado del Otro, entonces una nueva literatura que saca la escritura de su contexto.

Michael Turheim, a partir del análisis de un famoso himno del poeta, también analizado por Heidegger, (“Como cuando en día de fiesta”), plantea que a diferencia de Scherber, Hölderlin renuncia a la solución paranoica, identificatoria por tanto, ubicándolo más bien en la creación de una nueva forma de lengua. En eso encontraríamos cierta aproximación al synthome, un significante solo que se convierte en letra que fija el goce.

Se apoya por un lado en el concepto de parataxis, que traduce como: “subversión de la estructura jerárquica de la frase que facilita su infiltración en el Otro[vi]”. Se trata de la abundancia de coordinación. Y de otro, en un uso paródico (irónico) de la metáfora que apunta a la demolición de la retorica, aunque no implique exactamente una nueva significación.

Leamos en el testimonio de un visitante en casa del carpintero Zimmer, la singularidad del “caso Hölderlin”: “Al principio escribía mucho. Llenaba todos los papeles que se le pusieran a mano. Eran cartas en prosa o en metro pindárico libre, dirigidas a su amada Diótima (Susette Gontard), y también escribía odas arcaicas. Había adoptado un estilo extraordinariamente singular”. Y continúa: “…Una vez que le dieron un libro de Esquilo, leyó unos versos, para a continuación con una risa convulsiva, decir: «No entiendo eso. Es lenguaje kamalatta»[vii]”.

Traduzcamos lo “extraordinariamente singular”: caído de la creación de un nuevo orden, entonces lo vacuo del lenguaje.

 

[i] Caso, en el sentido que Lacan lo plantea: lo que cae de lo universal, es decir lo singular.

[ii] Hölderlin, F., Hiperión, Libros Hiperión, Madrid, 1976, p.25.

[iii] Idem, p. 59.

[iv] Idem, p.70.

[v] Hölderlin, F., Correspondencia completa, Libros Hiperión, Madrid, 1990, pág.547.

[vi] Turnheim, M. “Sobre la psicosis de Hölderlin”, en Locura: Clínica y suplencia, Eolia, Madrid, 1994, págs.. 119-124.

[vii] Hölderlin, F., Poemas de locura precedidos de algunos testimonios de sus contemporáneos sobre los «años oscuros» del poeta, Hiperión, Madrid, 1988, pág. 7. Extracto de Vida, poesía y locura de Friedrich Hölderlin de Waiblinger, W., Hiperión, 1988.