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Empuje-a-la-mujer, Empuje-hacia-la-mujer, Huida-frente-a-la-mujer

UNA PSICOSIS NORMÂLE[i]   

Cuando va a la consulta de Freud[ii], Serguei Pankejeff, llamado el hombre de los lobos, presenta una serie de síntomas invalidantes que parecen bastante discordantes. Haremos aquí algunas observaciones sobre dos de ellos: su hipocondría y el desorden que rige su vida amorosa. Los órganos afectados por la hipocondría son varios y cambiantes. Pero la hipocondría intestinal, más estable que la que afecta a los otros órganos, ocupa un lugar singular. Esta relación al cuerpo es insensible a las interpretaciones. Indica que la hipocondría es a las paranoias lo que el núcleo de la histeria es a las neurosis: un acontecimiento de cuerpo[iii]. Conceptualizado por Jacques Alain-Miller a partir de una indicación de Lacan, el acontecimiento de cuerpo confirma el papel de la hipocondría intestinal en la neo-sexuación del sujeto[iv].

Antes del análisis, la pasión amorosa se presentaba de manera enigmática para el sujeto. Con el análisis, el sujeto podrá sostener dos relaciones amorosas sucesivas de varias décadas cada una.[v] Una serie de rasgos de las relaciones con las mujeres permiten corroborar la hipótesis de un amor erotomaníaco en este sujeto. Sin embargo, el uso que hace de un fetiche o más bien de un neo fetiche, lo singulariza. La erotomanía paranoica y el neo fetiche organizan la vida amorosa del sujeto y permiten construir la serie “empuje- a-la-mujer, empuje-hacia-la-mujer, huida-frente-a-la-mujer” que centra nuestro propósito. Además, el uso que hace este sujeto de la lengua alemana desvela una articulación fundamental de la hipocondría y de la vida amorosa: una posición femenina y una elección de goce femenina puestas al servicio de una norma mâle. Algunos ejemplos nos permitirán hacernos una idea de esto y fundamentar así la hipótesis de una psicosis normâle para este sujeto.

 

LOS SÍNTOMAS DE ENTRADA EN ANÁLISIS

Serguei Pankejeff es un rico varón ruso. A los 18 años sufre de una gonorrea. Vive esta enfermedad sexual transmisible como un trauma incurable y se hunde. Poco tiempo después, su hermana y luego su padre se suicidan. Exceptuando las discusiones de dinero a propósito de la herencia, Serguei no se queja de estos duelos que le afectan.

El encuentro con las mujeres marca un antes y un después en la vida de Serguei, como lo confirman una serie de síntomas que se manifiestan por arrebatos: primero un cambio de carácter. Es tan intenso el cambio, que un amigo le dirá “no lo había reconocido, ha cambiado usted muchísimo”[vi]. La inhibición y la tristeza lo habían vuelto, en efecto, irreconocible. Pronto tendrá que ser asistido en todos los actos de la vida cotidiana: vestirse, comer, defecar, etc. Luego queda aquejado por una deflación narcisista importante, ya que su creencia en un peligro mortal incurrido a causa de las mujeres infringe un serio desmentido a su creencia megalómana de haber sido favorecido por la suerte. Su relación con la realidad queda igualmente perturbada. Percibe lo que ve como irreal, como formando parte de un sueño. Se quejará de estar habitado por un vacío sin límite que nada podía colmar porque ese horror vacui era demasiado grande. Las personas que cruza se convierten en maniquíes de cera. Estos signos de regresión tópica al estadio del espejo culminan en el sentimiento de estar separado del mundo por un velo, del que Freud precisa que evolucionará hacia el sentimiento de crepúsculo y tinieblas. Además, este velo condensa su sufrimiento más intenso “de no poder ya vivir así”. La fuga del sentimiento de vida alterna con los momentos de reconciliación. Esto se hace patente, en particular, cuando decide consultar con Kraepelin. En cuanto sube al tren, se siente transformado: “estaba reconciliado con la vida y me sentía de acuerdo y en armonía perfecta con el mundo y conmigo mismo”[vii] El encuentro posible con Kraepelin reactiva su creencia en el maestro alemán apaciguador de la adolescencia, lo que bastará, durante un tiempo, para romper los iconos maléficos que según cree él lo amenazan.

En el transcurso de una hospitalización, en uno de los sanatorios donde se aloja, encuentra a Teresa, de la que se enamora. Este amor compulsivo lo hace salir de su estado depresivo. Pero los líos amorosos le provocan pronto otros arrebatos de tristeza. Tiene 22 años cuando decide consultar con Freud. Serguei se acuerda de lo que le hacía sufrir entonces: “tenía dos quejas: por un lado, estaba yo con mi hipocondría y mi gonorrea y por el otro, las mujeres. No sé por qué he tenido éxito con las mujeres. No he podido explotar ese éxito”. Pero lo que precipita la demanda de análisis es el encuentro con Teresa. Y precisa: “si me hubiera decidido a unirme con Teresa, quizá las cosas hubieran funcionado sin Freud”. Una primera interpretación de Freud será decisiva: “tenemos los medios para curar lo que le hace sufrir”. La creencia en la idea de que la cura está en relación con el recuerdo de un trauma olvidado, lo convence de que no está condenado. De esta clínica bajo transferencia abordamos primero la hipocondría.

 

LA HIPOCONDRÍA

Intensos ataques de hipocondría afectan a una serie de órganos y en particular a la piel y al intestino.

El pene y la gonorrea

Serguei tiene su primera experiencia sexual a los 17 años. No se pone preservativo, y aunque teme un MST, no tiene ningún problema. Sin embargo, se angustia mucho cuando sabe que un amigo tiene un MST crónico. Dice: “¡la palabra crónico es tan terrible! […] Está seguro de que le ocurre lo mismo”[viii]. Un año después tiene una relación con Matrona, una campesina casada, y esta vez, será contaminado: “no me lo esperaba para nada, lo esperaba la primera vez”[ix]. Sin embargo, aún después de que la enfermedad hubiera sido tratada, la angustia de la misma persiste. Remite con el anuncio de la curación de la gonorrea crónica de su amigo.

Freud da un detalle más en lo que concierne a este encuentro amoroso: “Serguei daba un paseo por el pueblo […] cuando vio al borde del estanque a una joven campesina arrodillada, ocupada en lavar la ropa en el estanque. Quedó prendado de la lavandera instantáneamente y con una violencia irresistible, aunque todavía no le hubiera visto la cara. Ella ocupó para él, dada la situación y su actividad, el lugar de Groucha”[x]. Como veremos, es la misma condición de goce la que marca todas sus selecciones amorosas.

Dos recuerdos hacen decir a Serguei que tiene la negra con su pene. Primero, cuando tiene ocho años, lo pica una garrapata y el pene se le pone grande y rojo. Su padre, a quien él llama para que lo ayude, hace que lo curen con éxito. Después, a los 15 años, el órgano peneano está de nuevo “tumefacto […], grande y rojo”. El padre llama al médico, quien le diagnostica equivocadamente un MST, siendo Serguei todavía virgen. Sin embargo, el padre cree en el diagnóstico y lo amenaza: “te acuestas con mujeres, puedes acabar sifilítico, ¿quieres pudrirte?” “du bist über Frauen gegangen ! Willst du mit der Syphilis enden ? Willst du verfaulen ?[xi]. Un diagnóstico posterior y acertado, establecerá que se trata de una inflamación bajo la piel. Sin embargo, el trauma de la lengua en el cuerpo hace su trabajo y la palabra “sífilis” suscitará su angustia a lo largo de su vida. Señalemos también gegangen, participio pasado de gehen, se traduce “ir, pero también desaparecer”. Literalmente “ir con mujeres”, que es equívoco en alemán con desaparecer. Finalmente “du bist über Frauen” se traduce literalmente “estás sobre las mujeres” -veremos que este “sobre” tendrá importancia puesto que para Serguei la relación amorosa es la ocasión de “superar” [surmonter] [xii] a una mujer.

La nariz

La hipocondría afecta también a la piel de su cara y contribuye a separarlo de todos los intereses de la vida. Freud lo derivará a un dermatólogo. Serguei afirma, en efecto, tener puntos negros y cavidades profundas en el rostro que todo el mundo mira. La emergencia del objeto mirada es notable, como cuando cambia de carácter en la infancia. Las indicaciones de Freud precisan la erotización de la piel: “al principio el sujeto se ocupó sin remordimientos de sus puntos negros, cuya extracción le causaba una gran satisfacción porque algo brotaba, decía él. Luego empezó a creer que ahí donde él había eliminado una espinilla, una profunda cavidad se había formado y se hacía los más vivos reproches por haber definitivamente estropeado su piel “toqueteándose continuamente con la mano”, “seine Haut für alle Zeiten verdorben zu haben[xiii].

Una serie de recuerdos muestran que la erotización de la nariz está sobredeterminada. En efecto, de niño se burlaban de él en la escuela a causa de su nariz respingona que le valió el apodo de buldog. Más tarde, tuvo un catarro nasal por el que su piel quedó estropeada. El médico consultado predijo entonces que cuando fuera más mayor tendría agujeros en la piel, como los de la sífilis. Además, la identificación narcisista a la hermana también está ahí presente. Ella se encontraba fea y su temor era tener la piel de la nariz roja. Pedía entonces a Serguei que la tranquilizara y lo interrogaba con esa palabra de su lengua común y privada: ¿“Esanetor”? (Palíndromo de rote nase).

La erotización de la piel hace brotar una satisfacción auto erótica. El uso del significante “brote” indica también que el síntoma realiza la masturbación en el pasado prohibida por Nania (la gobernanta de Serguei) y también la herida con la que ella entonces lo había amenazado, aquí la cavidad profunda del poro de la piel. La hipocondría conlleva entonces un desplazamiento metonímico del significante del pene al de la piel. El efecto de goce producido se vuelve huella que afecta de forma duradera al cuerpo. Pero en el primer desencadenamiento, el mismo síntoma reincide y Serguei especifica que la satisfacción del “brote” provocado por un hombre, en este caso un dermatólogo, le suscita un éxtasis. La elección de objeto masculino forcluido es ahora legible.

La creencia en una herida real está presente en los autorreproches del sujeto. La herida es para siempre “für alle Zeiten“. Además, “verdorben” no es solo “estropeado”, sino también “corrompido, arruinado, y podrido”. En la hipocondría, el agresor coincide con el agredido. El agresor se infringe a sí mismo una herida. En el brote de persecución paranoica de 1926, la gramática del síntoma hipocondriaco cambia: el sujeto ya no es más la víctima de sí mismo, sino del Otro a quien le imputa la falta -el déficit de goce que la lengua infringe al cuerpo: los dermatólogos, y también los sastres, dentistas, y psicoanalistas[xiv].

El intestino

Entre los órganos afectados por la hipocondría, el intestino ocupa un lugar aparte. Se manifiesta por episodios de estreñimientos pertinaces, reincidentes ya en la infancia, y que durarán hasta el final de su vida. Son la ocasión de la administración de lavativas que obligan al sujeto a ponerse a cuatro patas, la espalda y las nalgas prominentes. Ya hombre, la administración de las lavativas es realizada por un asistente masculino. Así se consolida la masturbación anal ejercida en la infancia por la niñera para vencer el estreñimiento[xv]. La erotización del órgano intestinal es lo único de lo que el sujeto no se queja. En efecto, es la sola erotización compatible con un neo fantasma que regula el goce anal, y también con una virilidad narcisista. La identificación a Cristo es prueba de ello; ya que, según él, el hijo de Dios podía prescindir del trasero y de su función de defecación.

Más allá de la identificación imaginaria, la cesión del objeto anal equivale a la extracción del objeto(a). Es lo que indica el hecho de que el fenómeno de velo no ceda más que en el momento de la defecación. Porque es solamente en el momento de “el acto de hacer”, para retomar el eufemismo propio de la lengua fundamental de Schreber, cuando el sujeto siente que su cuerpo troceado se aúna por el retorno del goce hipocondriaco. Sólo así y por un instante, su relación con la realidad se normaliza. Este síntoma, que condensa su sufrimiento, le hacía decir: “ya no puedo vivir así”. Esta queja constituye el corazón de su hipocondría. En efecto la encontramos primero en la infancia cuando ensuciaba sus calzoncillos y creía tener disentería; luego, en el momento del desencadenamiento de la enfermedad actual, con el daño del pene y de la piel asociada al pene. Esta queja de “no poder ya vivir así” hay que tomarla al pie de la letra porque la angustia mórbida de perder la vida por la herida real es el lenguaje el que se la impone al cuerpo del ser hablante.

La queja hipocondriaca indica también el retorno de la identificación a la madre rechazada desde la infancia. En efecto, para este sujeto la elección de goce es conforme a su posición femenina. Pero la creencia en la cesión de goce como herida real le hace rechazar esta posición femenina desde la famosa pesadilla de los lobos cuando tenía cuatro años. Señalemos que, en cada brote paranoico, la identificación a la madre es sin mediación.

Acontecimientos de cuerpo y sexuación

La hipocondría es el resultado de los efectos de la lengua en el cuerpo. Debido a la forclusión del Nombre-del-Padre, el cuerpo no ha sido elevado a la dimensión del significante, y el pene no ha dado cuerpo al falo. El cuerpo queda entonces abierto al desmembramiento que la lengua le infringe. La hipocondría manifiesta en efecto una erotización del órgano peneano. Otros significantes lo representan por metonimia, como la piel o el objeto anal. Podemos captar aquí las dos caras del acontecimiento del cuerpo aisladas por Jacques-Alain Miller. Primero la corporeización del lenguaje: es el primer efecto de la lengua en el cuerpo. Hace brotar el goce del órgano erotizado. El goce producido está primero fuera de sentido. Luego a defecto de significación fálica, toma la significación de la herida que amenaza la integridad narcisista. Esto es patente con la erotización de la piel, así como con el temor delirante de la gonorrea. Sólo la hipocondría intestinal logra la significantización del órgano. Vemos aquí la segunda cara del acontecimiento de cuerpo. La erotización del trasero lo sustrae a su función de defecación, y es así elevado a la dignidad de significante. La presencia-ausencia del órgano, señalada por las idas y venidas del estreñimiento, demuestra la significantización del trasero y sirve entonces a la neo-sexuación del sujeto.

La primera decisión de sexuación coloca al sujeto del lado de la mujer. Freud precisa, en efecto, que el sujeto se hace partenaire de un Dios schreberiano. Pero después de una regresión de la pulsión, los síntomas proponen una nueva escritura de la sexuación que pasa por el lenguaje anal de la pulsión, más anclado en el discurso corriente que la erotización de la piel o la pérdida real del pene. El pequeño Hans se acoge a una proposición afirmativa universal que puede formularse en estos términos: “todos los seres vivos tienen “colita”. Pero para Serguei, después del rechazo forclusivo de elevar el pene a la dignidad de la función del falo, la significantización del “popo[xvi] permite formular otra proposición universal afirmativa. Podemos enunciarla así: “todos los seres vivos tienen un popo”. El ser que hace excepción, y que debe reemplazar al Dios schreberiano, es el padre castrado a quien el sujeto se niega a parecerse. Con la hipocondría intestinal, el sujeto encarna la proposición particular negativa del que no tiene popo.

Pero la cesión de goce es rechazada porque la amenaza de la integridad del cuerpo equivale a una feminización forzada. Es la proeza de la identificación a Cristo la que hace compatibles la elección primera de una posición femenina con una virilidad narcisista. Schreber sólo llegará a ser madre de la humanidad en el infinito de su delirio. Pero para Serguei, el neo fantasma de maternidad hace equivaler el niño y el objeto anal. En consecuencia, cada defecación consentida le hace madre de los hijos del padre y lleva a cabo una reconciliación en acto. Vemos cómo la hipocondría de Serguei se distingue de la de Schreber, ya que manifiesta no solo el efecto de “empuje-a-la-mujer”, sino que alberga también un efecto de “empuje-a-la-maternidad” que limita el efecto. La hipocondría propone entonces la equivalencia de La mujer -la madre en este caso- con un hombre. La inestabilidad de la solución se reveló en los brotes de psicosis. Sin embargo, el uso del neo fetiche en la vida amorosa renueva el tratamiento de este rasgo de perversión [ père- version][xvii].

 

LA VIDA AMOROSA

La relación amorosa con Teresa presenta muchas singularidades. Dos de ellas nos retienen aquí: la manifestación de un deseo viril por ataques compulsivos enigmáticos y la queja del sujeto de que las mujeres le son insoportables.

El neo-fetiche

Este sujeto se enamora por secuencias enigmáticas y transitorias y, lo hemos dicho, antes incluso de haber visto el rostro de la mujer. Una condición de goce que parece necesaria y suficiente para desencadenar un deseo viril: es necesario y suficiente para ello que el sujeto vea a una mujer agachada, la espalda y las nalgas visibles, fregando el suelo con un trapo y un cepillo. Freud esclareció esta condición de goce para este sujeto por el valor de fetiche que tienen la espalda y las nalgas visibles de una mujer. Esta condición, que realiza un empuje hacia la mujer y marca todos los objetos de amor, no deriva solamente del fantasma de la escena primitiva donde el hombre está levantado y la mujer agachada como un animal, ya que la condición de la posición de la mujer se desplaza luego a su función en esta posición, es decir fregar el suelo con el cepillo y el cubo. Ahora bien, estos detalles pertenecen al recuerdo de Groucha a la que Serguei intentó seducir de niño. El fetiche asegura la función de desmentir la castración de la mujer (Verleugnung) una vez advenido el nombre del padre. Si seguimos la indicación de Lacan en su última enseñanza, en el hombre de los lobos se trata de forclusión del nombre del padre, esto nos incita a hablar aquí de neo fetiche.

De la hipocondría al neo fetiche, la posición a cuatro patas se desplaza del yo al alter ego deseado. En la hipocondría, es el sujeto quien se encuentra a cuatro patas, la espalda y las nalgas visibles a fin de que el asistente le administre el enema. Pero en la relación amorosa es el otro femenino quien ocupa esta posición para el acoplamiento.

El recuerdo pantalla que fija la elección del neo fetiche es el de la seducción por la hermana. Serguei tiene tres años y medio cuando ella le propone “mostrémonos los popos”. El popo es el último órgano visto justo antes de descubrir los órganos genitales femeninos. La fijación a la imagen lo perpetúa como objeto que viene a desmentir el horror de la castración de la mujer. La hipocondría ha puesto ya en evidencia un desplazamiento metonímico del pene al objeto anal que los hace equivalentes. Dos detalles, que conciernen respectivamente a Groucha y a Teresa, hacen presente la sustitución, así como la función de fetiche del popo de la mujer.

El recuerdo de la escena con Groucha se complementa con el recuerdo de un detalle que lo concierne, referido a Jan Hus, el reformador, quemado por herejía. Freud subraya que el sujeto mismo relaciona el haz de leña de la hoguera de Hus con el cepillo de la joven niñera. El significante del sujeto, mencionado por Freud, es Rutenbündel traducido por “haz de vergas”[xviii]. El significante Rutenbündel representa el desplazamiento metonímico del pene, de la verga, al trasero de la mujer. Aclara también el desplazamiento de la posición agachada de la mujer a su función de lavandera en esta posición. El sujeto puede superar el horror de la castración de la mujer cuando ella está agachada y de espaldas porque la lengua hace presente la verga (tronco) y desmiente así la castración de la mujer. Pero la lengua alemana añade un matiz. En efecto Ruten se traduce por barra, palmeta, caña de pescar, y también en botánica por cola de zorro, Schwanz des Fuchses. Este nombre vulgar de esta planta se llama cola de lobos o también cola de perro. Se encuentra por todas partes en Europa y particularmente en Ucrania. En ruso, en el nombre de esta planta resuena el significante nalga. La verga, la palmeta, sirve en efecto para dar azotinas (nalgadas). Este matiz aclara la función de neo fetiche del trasero: desencadena un deseo viril que empuja hacia la mujer. Además, la posición sentada de la mujer está en relación con la de los lobos sentados en el árbol del sueño de niño. El relato precisaba, en efecto, que los lobos parecían zorros o perros pastores porque tenían grandes colas como los zorros. Para Freud, este detalle demuestra que las colas de zorro de los lobos son compensaciones de la ausencia de cola. La sustitución tuvo ya lugar en ese sueño. Pero hacer frente a una mujer sigue siendo una pesadilla para Serguei.

El segundo detalle concierne a Teresa. Lo que la hacía deseable para Serguei era su parecido con La Bella herrera de Leonardo de Vinci. Él se comparaba con Proust, quien hace decir a Swann hasta qué punto estaba impresionado por el parecido de Odette con la Zéphora de Botticelli representada en un fresco de la Capilla Sixtina. La Bella herrera representa a “una mujer de pelo negro, con raya en medio (…) Yo encontraba un gran parecido entre este retrato de mujer y Teresa”. Pero la lengua alemana añade otros dos detalles que imantan el deseo de Serguei a pesar suyo. En efecto, La Bella herrera se traduce por der schöne Eisenarbeiter. En alemán, el lavado está ligado a la condición del trabajador “arbeiter”. Otra traducción, Hüttenarbeiter, acentúa este punto, porque traducido literalmente, es el trabajador de la cabaña hüten.

El detalle del cabello negro “schwarzen haar” permite oír el significante que difiere en una sola letra de schwanzen (la cola). Es decir que la sublimación mantiene activo el desmentido infligido a la castración de la mujer. No hay duda de que las mujeres están ligadas con los iconos de la infancia que a la vez que venerados lo atormentaban. Algunos detalles de la vida amorosa nos dan una idea de ello.

Pudrirse la vida, dejarse mangonear[xix] [se faire mener par le bout du nez]

Serguei tiene apenas 20 años cuando encuentra a Teresa en un sanatorio donde trabaja como enfermera. En alemán krankenschwester permite escuchar los significantes hermana y enferma. Ahora bien, Serguei se quejó siempre del hecho de que su hermana había sido su pérdida. Es por lo que la hace responsable de sus relaciones con las mujeres y, más aún, de los problemas de toda su vida: “ese complejo de mi hermana ha estropeado –podrido- “toda mi vida” dirá Serguei, “mein ganzes Leben verdorben hat[xx]. El uso de un mismo significante “verdorben” indica un desplazamiento de la queja que afecta a la nariz erotizada al objeto amoroso. Literalmente, las mujeres le “pudren” la vida. En francés podríamos decir también que no las soporta [il les a dans le nez][xxi]. Sin embargo, no puede prescindir de ellas.

Serguei se deja seducir por Teresa. Es más mayor que él y madre de una niña a quien educa ella sola desde su divorcio. Es alemana, así que habla la lengua de la reconciliación. Pero esta mujer abnegada, de excelente reputación, sólo vive para su deber. Es por lo tanto muy apreciada por los pacientes y por el personal; pero rechaza las proposiciones de Serguei. En Serguei, la atracción y la aversión por las mujeres se alternan. En los dos casos su posición femenina se mantiene. Pero adelantemos la idea de que en la aversión el sujeto cree que él “se deja pudrir la vida”; mientras que cuando la atracción predomina, cree más bien que se deja mangonear [“se fait mener par le bout du nez”]. En efecto, Serguei evoca a menudo su identificación a Stavroguine, héroe de los Poseidos, de quien le ha marcado esta frase: “nadie me va a mangonear [”Personne ne me conduira par le bout du nez”][xxii], dice Stavroguine dirigiéndose al gobernador; y se levanta, lo coge por la nariz y lo conduce a través de la habitación!”[xxiii]

La relación con Teresa da cuerpo a esta metáfora de la nariz, como se ve en las maniobras de seducción de Serguei. En efecto, apenas la ve, no duda en hacer irrupción en su habitación del sanatorio, y la presiona para que acepte una cita galante. Ella se lo piensa. Luego, una vez que se decide, se da prisa en romper. Justo antes de la cita, le llega a Serguei una carta en la que ella declara no querer verlo más porque va a consagrarse a su trabajo… Él consigue así que la mujer deseada lo dejé una y otra vez, como fue el caso anteriormente con su hermana que lo sedujo y luego lo rechazo.

Sin embargo, enseguida alquila un apartamento para pasar allí con ella lo que el nombra “la hora del pastor”. Este detalle, en el que resalta el significante “pastor”, enlaza la vida amorosa a la fobia del lobo. En efecto, hemos subrayado ya que los lobos sentados en el árbol del sueño tienen colas de perro pastor o de zorro. A Serguei le había marcado también el lobo del cuento que había decidido “explotar su cola” (schwanz benützte) para pescar, haciéndosela así arrancar. Ahora bien, en la relación amorosa, el coït a tergo es la única posibilidad para el sujeto de hacer de hombre, porque literalmente ocupa una posición de pie, sobre. Se levanta entonces como el lobo tan temido en el pasado. Pero la hora del pastor queda como la del peligro temido, tanto para el órgano explotado como para la vida. El retorno del goce al cuerpo le da ciertamente un sentimiento de vida, pero su relocalización en el lugar del Otro se le hace persecutorio enseguida y precipita el pasaje al acto.

Después de una enésima carta de ruptura, Serguei intenta, en efecto, suicidarse, como hizo su padre: “Esa tarde, me había tragado un puñado de somníferos. […] Al día siguiente me costó mucho despertarme. Por la tarde, sólo quedaba el vacío y un dolor físico sin límite”. La queja de hipocondría: “ya no puedo vivir así”, se pone aquí en acto. La atracción y la aversión se complementan entonces en el odio por las mujeres.

La vida amorosa metaforiza otros significantes de la hipocondría. En efecto, no es ya sólo el uso auto erótico del pene lo que le hace correr el riesgo de pudrirse (verfaulen), es también el uso de la lengua, que realiza un “hacerse pudrir la vida por las mujeres”. El sujeto se percibe como su víctima. Pero avancemos en la hipótesis de que no puede prescindir de ellas porque las utiliza para mantenerse de pie en consonancia con la imagen que tiene del hombre y que lo gobierna. La relación amorosa es la única ocasión de hacer de hombre, de superar su posición femenina. Más allá de la amenaza del padre, es la relación del sujeto con la lengua lo que se revela aquí decisivo. Pero la metaforización queda inestable. No capitona nunca una significación. Freud creyó primero que la erotización de la nariz era histérica. En consecuencia, cuando Serguei le dijo que se había ido precipitadamente de un sanatorio, Freud interpreta la cosa en estos términos: “ha tenido usted olfato” [vous avez eu du nez][xxiv]. Pero el acontecimiento de cuerpo, hipocondríaco, de la nariz, insensible a las interpretaciones, estallará en un brote de paranoia aguda en 1926.

El empuje-hacia-la-mujer, la huida-frente-a-la-mujer

Serguei le cuenta a Freud la corte apasionada que le hizo a Teresa así como el brutal final. Se queja de que todos estaban en contra de esta relación: “Kraepelin, los otros médicos, mi madre, mi familia”. En efecto, Serguei era rico, noble y ruso, mientras que ella estaba divorciada, sin un céntimo, y era alemana. Todos rechazaban “la mala alianza” y decían que era “una mujer con la que un hombre no podía vivir”[xxv]. Señalemos que de la hipocondría a la relación amorosa, la imposibilidad de vivir se desplaza del órgano erotizado al yo, luego del yo al alter ego amado.

Medio siglo más tarde, Serguei recuerda todavía las dos interpretaciones de Freud que puntúan el relato de su relación con Teresa: “Freud veía las cosas de otra manera. Juzgó positivo […] mi amor por Teresa: era “la avanzadilla hacia la mujer” (Durchbruch zum Weibe) y podía ser comprendida en ciertas circunstancias como la acción más grandiosa del enfermo “grossartigste Leistung”, como una prueba de su voluntad de vivir y una tentativa de curación que partía de él mismo”. “Freud emitió un juicio positivo sobre mi combate por la conquista de Teresa”. Él le dirá también que esa elección fue “la decisión de su vida”.

Serguei se queja, en efecto, de no poder tomar decisiones. Es verdad en su vida en general y también con respecto a Teresa. Y en particular cuando ella le dirige sus condolencias después de la muerte de su padre, en un momento en el que una vez más habían roto. Serguei dirá: “me era preciso en ese momento tomar una decisión. Estaba atormentado por el deseo y la duda… Erraba sin rumbo por las calles de Viena”. En alemán como en francés, “tomar una decisión” se dice también “tomar posición”: “sich vor jemand stellen“ en el sentido de “eine position ergreifen”. Pero “stellen” se escucha también en el sentido de “entgegentreten”: hacer frente, afrontar”. Además, en alemán, stellen puede decirse también “hinstellen”: “levantar” o también “aufrecht hinstellen”, “poner algo de pie”. En el análisis de la fobia de los lobos, Freud menciona una vez esa relación con la posición. Adelantemos la hipótesis de que su generalización caracteriza una vez más la relación del sujeto con la lengua. La exigencia de la mala pareja da una idea de ello, mucho más allá de la degradación de la vida amorosa. En efecto, “Heiratete unter Stand[xxvi] se traduce literalmente casarse bajo (sous) esa condición, es decir, bajo(sous) esa situación. La lengua, tomada al pie de la letra, indica la condición de amor inconsciente de una mujer a la que hay que superar(surmonter)[xxvii].

Serguei señala también la segunda interpretación de Freud: “… Pero Freud nombró el segundo (punto): “la huida frente a la mujer” y cuando le pregunté si debía volver con Teresa, él respondió: “sí, con la restricción de que eso sólo sería posible después de haberme analizado con él unos cuantos meses”. Serguei llegó a decir que si Freud se hubiera opuesto a su relación con Teresa, se hubiera ido.

Elección de objeto narcisista y amor erotomaníaco

Recordemos que Freud analiza las elecciones amorosas de Serguei como sustitutos de la hermana anteriormente rechazada. La tendencia a rebajarse es narcisista y no simbólica. Es por lo que no encontramos aquí ni la condición del tercero perjudicado, ni el desdoblamiento del objeto de amor simbólico derivado de la madre: la mujer idealizada y la mujer rebajada. La sobrevaloración sexual alimenta la megalomanía narcisista sin que pueda fijarse al objeto de amor. Debido a la forclusión, la exigencia de rebajarse se convierte en la necesidad de superar [surmonter] en acto el lazo imaginario con el otro, la hermana cuya superioridad le había humillado tanto en el pasado.

El sujeto enuncia dos condiciones para la degradación: “entweder unter dem Stand oder fürs Geld”, una persona por debajo [dessous] de mi clase, o por dinero[xxviii]. El vínculo a la posición unter aclara la degradación amorosa, lo que se confirma con el uso del dinero que gobierna todas sus relaciones. Cuando paga, el sujeto se siente tratado “como un señor” pero cuando recibe dinero la feminización sale ganando. El padre puso límite a la herencia por temor a que se hiciera desplumar por una mujer, que cayera bajo su influencia “dass ich unter den Einfluss”[xxix]. Precisemos que dejarse desplumar, dejarse embaucar, puede decirse también “Jemanden aufs Kreuz legen”, es decir: explotar a muerte, arruinar. Es lo que le ocurrirá en efecto al sujeto. Pero la traducción literal es “poner a alguien de espaldas, en una cruz”. Además, legen significa también poner [pondre][xxx] Para Serguei, dejarse desplumar es la única manera de reconciliar la postura viril con la posición femenina. Pagar a las mujeres es la forma de asegurarse de que lo van a mangonear [se faire mener par le bout du nez]. La lengua muestra cómo la identificación a Cristo y el goce anal del dinero quedan vinculados. Así, el Dios temido que lo obligaba de niño besar los iconos, no es el único que lo crucifica, las mujeres también. La erotomanía divina, desplazada a las mujeres, muestra que la mujer es aquí una cara de Dios. Ellas son insoportables porque reactivan la posición femenina reprimida así como el goce de dejarse crucificar; es decir, hacerse poner de espaldas.

Esta elección de amor narcisista que ha “podrido” su vida, se complementa con la prueba de amor de la erotomanía. Los encuentros con Teresa, después de una larga ruptura, dan prueba de ello: “cuando la encontré, era una mujer completamente deshecha, esquelética. […] En este nuevo papel, ella ya no lo excita. […] Lo que lo excita es una mujer fuerte que lo rechaza”. Recuerda la interpretación de Freud: “se trata de un narcisismo contrariado”. Pero Serguei la rechaza porque según dice: “vi que esta mujer me amaba y que por eso ella estaba en ese estado. Lo primero que me dije después de haberla dejado fue: ¡no me casaré con ninguna otra mujer que no sea Teresa! Mi narcisismo estaba satisfecho. La mujer que me había rechazado, que me había abandonado, había caído enferma por mi causa. Me decía: si no hubieras llegado, quizás ella estaría muerta”. La prueba de amor erotomaníaco contiene también una condición de goce, ya que el sujeto toma finalmente partido por una mujer a condición de infligirle una herida. En adelante, es el otro quien se queja de no poder vivir ya así, por culpa de él. Éste mismo rasgo lo encontramos también con Luisa. La herida del lenguaje toma la significación de la ficción sádica anal de la relación sexual. Y la prueba de amor lleva la marca del fetiche. Porque, como el cortador de trenzas, el sujeto inflige una herida a su objeto antes de reverenciarlo.

La vida amorosa y la hipocondría están estrechamente ligadas. Cuando la primera es intensa, la segunda se reduce o desaparece. Pero cuando el sujeto ya no puede amar, cae de nuevo enfermo. La vida amorosa señala una metaforización parcial del significante tomado al pie de la letra en la hipocondría. Pero no hay metáfora del goce con producción de un más-de-gozar. De la hipocondría a la vida amorosa, el goce se desplaza de manera metonímica del significante del órgano erotizado al yo, luego al alter ego. Esta retirada de goce toca entonces lo más íntimo del sentimiento de la vida. En la hipocondría, el goce tiene un valor de uso estricto. El auto erotismo está al servicio de una feminización del sujeto. En la relación amorosa, el desplazamiento de goce más invasivo permite investir objetos de amor narcisista. El goce se presenta entonces como un valor de cambio y hace creer en una elección heterosexual. Pero el uso del lenguaje muestra que el rodeo por el Otro del lenguaje no consigue nunca la reversión gramatical del sujeto y del objeto en el nivel del fantasma. Es por lo que el apego y la aversión por las mujeres giran sin remedio al sentimiento de persecución. La relación al Otro más o menos divino lo persigue en la medida en que él se identifica a Cristo.

 

EL EMPUJE-A-LA-MUJER Y LAS NEGACIONES DEL “YO LA /LO AMO” [JE L’AIME][xxxi]

En los episodios agudos, Serguei pasa mucho tiempo siguiendo a las mujeres[xxxii] en la calle para llevarlas luego al hotel. Literalmente se inclina sobre las mujeres “Frauen auf der strasse nachzugehen”. Se pone detrás de ellas, lo que puede pasar por un problema de heterosexualidad intensa, pero que no es sino el primer tiempo de una lucha contra “el empuje-a-la-mujer”, que lo amenaza aún más porque la hipocondría no puede encauzar la oleada de goce que retorna en lalangue y en el cuerpo.

Añadamos una consideración respecto a la tentativa de curación señalada por Freud. La relación amorosa con las mujeres es una tentativa de curación del pene aquejado previamente. Es traumática porque la relación sexual no puede escribirse. Lo que se escribe en su lugar, es la dirección del goce del sujeto, idéntico al del presidente Schreber. Recordamos que Freud relaciona todas las formas de paranoia con la negación de la frase: “yo la/lo amo”. [Je l’aime] Para un hombre, esto se escribe: “yo, un hombre, je l’aime, a él, un hombre”.

Serguei se queja de las mujeres, le son insoportables y huye de ellas. Su megalomanía delirante es compatible con esta huida porque escribe: “yo no amo en absoluto, sólo me amo a mi”[xxxiii]. La atracción por las mujeres escribe la erotomanía: no es a él a quien amo, es a ella; la amo porque me doy cuenta de que ella me ama, tengo pruebas de ello. Luego, la aversión escribe: la odio porque ella me odia. En los episodios paranoicos agudos, la alternancia gramatical “ella me ama” y “ella me odia”, no puede ya ser obstáculo para el retorno persecutor de “él me odia”. La forclusión mantiene el rechazo de la elección de objeto masculino, sólo su negación retorna. La posición femenina se hace sin embargo oír en la lengua a pesar de un desorden amoroso narcisista que la vuelve irreconocible.

La relación amorosa contribuye al mantenimiento de la represión del “empuje-a-la-mujer”. La recaída en la hipocondría intestinal que motiva que retome el análisis con Freud en 1919, lo confirma. Ocurre, en efecto, en el momento en el que Serguei está separado de Teresa porque se había ido a velar a su hija agonizante. Es por lo que proponemos la hipótesis de que “el empuje-hacia-la-mujer” y “la huida-frente-a-la-mujer” pueden ser elevados a la dignidad de concepto e inscribirse en la misma serie que el “empuje-a-la-mujer”. El neo fetiche asegura un borde transitorio al goce del sujeto y hace entonces consistir la norma mâle de una Perversión (Père-version). Esto demuestra que el falo no se mantiene necesariamente en cartel en los asuntos de sexuación. ¿No es asombrosa la modernidad de esta psicosis normal (normâle) que hace alternar los brotes de psicosis extraordinarias con momentos de psicosis más ordinarias? El caso de Serguei, llamado el hombre de los lobos, podría muy bien aclarar otros casos de locuras contemporáneas si consentimos en remitirnos a la enseñanza de Freud, de Lacan, y de Jacques Alain-Miller.

 

Traducción: Azucena Bombín

 

[i] Normâle: es el resultado de la contracción de norme: norma o normal/e: normal y mâle: masculino/a, y también: varón, viril, macho.

[ii] Freud S., « Extrait de l’histoire d’une névrose infantile », 1918, L’homme aux loups par ses psychanalystes et par lui-même, (1981), Gallimard, Paris ; « Aus der Geschichte einer infantilen Neurose », Gesammelte Werke XII, 1999, Fischer Verlag, Frankfurt am Main. Las referencias serán anotadas SF, op.cit. y si ha lugar, aparecerá primero la página en francés y luego en alemán.

[iii] Miller J.-A, « Biologie lacanienne et événement de corps », extrait du Cours d’orientation lacanienne 1998-99, «La Cause du Désir N°44», février 2000, Diffusion Navarin Seuil.

[iv] Cf. Notre travail sur l’Homme aux loups présenté au Séminaire de DEA de J.A. Miller en 1987. Ha sido publicado en 1989 en italiano en la revista « La Psicoalalisi », Casa Editrice Astrolabio p 23-74 y en francés en 1999, en la revista « La Cause freudienne N°43 », Diffusion Navarin Seuil. Aquí proseguimos la relectura de Freud y de Lacan, conforme a la Enseñanza de Jacques-Alain Mille, que orienta nuestro trabajo.

[v] CF. en particular, Pankejeff S., « Les souvenirs de l’homme aux loups », « Mes souvenirs sur Sigmund Freud » in L’homme aux loups par ses psychanalystes et par lui-même, (1981), Gallimard, Paris. Las referencias serán anotadas SP, op.cit. et la página; Obholzer K., Entretiens avec l’homme aux loups, (1980), Éditions Gallimard, Paris, 1981 ; Gespräche mit dem Wolfsmann, 1980, Rowohlt Verlag, Germany. Las referencias serán anotadas KO, op.cit. y, si ha lugar, la página en francés y luego en alemán.

[vi] SP, op.cit. p 62

[vii] SP, op.cit. p 64

[viii] K.O. p 62

[ix] SP, op.cit. p 40

[x] SF, op.cit. fr p 242, GW, p 126

[xi] KO, op.cit., Fr 63, All p 43

[xii] Surmonter: sûr: sobre y monter: montar.

[xiii] Freud S., « L’inconscient », « Das Unbewusste », (1915), traduction bilingue EPEL. p 38.

[xiv] Mack Brunswick R., « Supplément à l’« Extrait de l’histoire d’une névrose infantile » de Freud, (1928), L’homme aux loups par ses psychanalystes et par lui-même, (1981), Gallimard, Paris ; « Nachtrag zu Freuds Geschichte einer infantilen Neurose », 1929, Internationler Psychoanalytischer Verlag.

[xv] Mack Brunswick R., 1930 : « Notes cliniques non publiées sur l’Homme aux Loups », Disponible sur internet. «Le patient… très petit, moins de trois ans, (…) va aux toilettes avec sa Nania. (…) Ils vont déféquer ensemble. Le patient est constipé – (…) Sa Nania essaye de l’aider à déféquer ; elle introduit un doigt dans son anus, et lui apprend qu’en pressant avec le doigt d’une certaine façon, la défécation sera plus facile. Nous nommerons cela une masturbation anale d’un petit garçon par sa nurse. » .

[xvi] Popo: voz infantil que puede significar culito, caca, trasero.

[xvii] Perversion: père: padre y version: versión.

[xviii] SF op.cit. Fr p 242, All p 125

[xix] Literalmente, hacerse llevar por la punta de la nariz.

[xx] KO, op.cit., Fr p 72, All p 54

[xxi] Literalmente: las tiene en la nariz.

[xxii] Literalmente, nadie me va a conducir por la punta de la nariz.

[xxiii] KO, op.cit., Fr p122, All p 120

[xxiv] Literalmente, tiene usted nariz.

[xxv] KO, op.cit., Fr p 64, All p 43

[xxvi] KO, Fr p126-7- All p124

[xxvii] De nuevo el autor hace hincapié en la dualidad de superar (surmonter) y montar sobre (monter sûr).

[xxviii] KO, op.cit., Fr p 72, All, p 54

[xxix] KO, op.cit, Fr p 137, All p 137

[xxx] Pondre : tiene aquí el sentido de poner huevos.

[xxxi] Aquí, l’ puede referirse tanto al pronombre de objeto directo femenino, la, como al masculino, le.

[xxxii] KO, op.cit., Fr p 93, All p 80.

[xxxiii] Es así como hay que entender la indiferencia de Serguéi ante acontecimientos que atraviesa y que conmueven Europa y el mundo: la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y también la Revolución de Octubre.