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Vacío y silencio

Si bien Lacan, en “De una cuestión preliminar…”, había indicado como causa de las psicosis la forclusión del significante del NdP, sucesivamente releerá la cuestión de las psicosis desde otra perspectiva: S(/A). Estructuralmente, el Otro del Otro ¡no existe!

Una de las consecuencias de este agujero universal será -para cada ser hablante- el tener que recurrir a diversas formas de suplencia para que Real, Simbólico e Imaginario puedan tenerse juntos. También para el sujeto psicótico se tratará de que pueda encontrar su propia solución singular para limitar el goce que puede invadirlo debido a la insuficiencia de lo simbólico para cubrir este agujero. “El Otro no existe significa que el sujeto está obligado a convertirse en inventor. En particular, está empujado a manipular el lenguaje”[i].

Es lo que intentará hacer Virginia Woolf a través de la escritura: manipular el lenguaje para bordar alrededor de un vacío enigmático y, así, construirse un borde que le impida ser aspirada en esa nada, en la que, cuando no escribe, sucede que cae.

El vacío está en el centro de sus novelas. Sin embargo, analizando las principales,[ii] podemos individuar las transformaciones que la escritura opera sobre él.

En El cuarto de Jacob se trata de un vacío relacionado con la pérdida del otro, que la escritura puede nombrar, pero nada más. El ser humano, aquí, no es un inventor, lo sufre y basta. En Al faro, en cambio, asistimos propiamente a una verdadera inversión de perspectiva. El recorrido que se realiza en la novela permite hacer resaltar la función y la importancia operativa del vacío, la pérdida. La protagonista, una artista, descubrirá que para poder llegar a la creación de su obra debe saber hacer con la pérdida. Lo que extraemos de la novela es el vacío como condición para una invención singular.

En Las olas asistimos, en cambio, al fracaso de la operación de “manipular el lenguaje”. También en esta novela, se cumple un recorrido: si al inicio el vacío está causado por la pérdida del otro, al final, levantado el velo, la escritora descubrirá que lo que está vacío es el lugar del Otro. Al final de la novela, Bernard llega al corazón del trauma humano: la verdadera muerte no es la muerte del otro sino la experiencia de que el lenguaje es solo una ficción; las palabras, las frases, las historias no pueden hacer nada contra lo real. “Cuando hablo, no hay eco, no hay palabras mutables. Esta es la verdadera muerte, no la muerte de amigos […]”[iii].

Este silencio, esta ausencia de eco estará en el centro de la última novela, Entre actos. En el centro de la escena, encontramos representado el vacío a través de la imagen de un jarrón vacío, que contiene “la esencia del vacío, del silencio”[iv]. Hay una relación mortal entre el vacío y el silencio que Woolf trata de desactivar mediante la escritura. Escribir, para ella, es un anclaje que funciona con la condición de que esté el Otro que, al leerla, le devuelva un eco capaz de “adensar” su identidad. El eco parece tener la función de construir muros alrededor de su cuerpo, pero en ese “período de vacío total”, que trastornó a Inglaterra en 1941, escribe: “El yo que escribe se ha desvanecido. Ningún público. Ningún eco. Esto es parte de la propia muerte”[v].

 

Traducción: Graciela Cimarelli. Revisión: María Laura Tkach

 

[i] Miller, J.-A.,“L’invenzione psicotica”, in La Psicoanalisi n° 36, Astrolabio 2004, Roma, p. 24. (La traducciòn es nuestra).

[ii] Woolf, V., El cuarto de Jacob [1922], Al faro [1927], Entre actos [1941].

[iii] Woolf, V., Las olas, [1931], Bruguera, 1982.

[iv] Fusini, N., Virgo, la stella, in V. Woolf, Romanzi, I Meridiani, Mondadori, Milano 2002, p. LXIV.

[v] Woolf V., Diario de una escritor [1957], Fuentetaja. Madrid, 2003.