< return

Un escabel para dos: la extraña relación entre J. Bachmann y H.W.H.

“Tan brillante es el mundo y tan insensato”i

J.Bachmann

Partamos considerando la revisión de El idiota de Dostoewskji, de J. Bachmann, que se ocupó de la escritura del libreto “Ein Monolog der Fursten Myschin zu der Ballettpantomime Der Idiot”, musicalizado por Hans Wernwer Henze.

Se trata de la primera obra creada por la escritora junto con su querido amigo Henze, músico y compositor. Se puede entender porqué ambos se han podido encontrar alrededor de propósitos comunes: temas políticos, necesidades existenciales y aspiraciones utópicas. Puede parecer más enigmática la relación sexual entre ellos, próximos a un casamiento, que se esfumó por los temores no expresados y confusos de Hans.

Entre los dos nació una “fascinación” que se tradujo en una extraña historia de amor (Hans era abiertamente homosexual) importante para ambos, cada uno veterano de intentos de suicidio de los que afortunadamente salieran vivos.

J. Bachmann se dejó involucrar en el teatro lírico apuntando a la búsqueda de la “sonoridad de las palabras”, mientras Henze inauguró su propio camino hacia la “Música impura”, música contaminada por la palabra que la acompaña.

En esta pantomima se constata la intención de crear una barrera contra el pasaje al acto suicida. Éste ha sido efectivamente el sostén que ha mantenido su encuentro artístico y el lazo en sus vidas.

El ballet-pantomima se desarrolla como una búsqueda de lo auténtico, de la Verdad, donde se puede situar el Real que, perforando el sentido, crea tantas cosas. Se trata de un monólogo, o sea de una voz que entra en escena y que, en una dimensión puramente verbal, hace ex-sistir algo por lo que valga la pena recuperar el cuerpo silencioso en una nueva forma de vida, en el movimiento.

Una original coreografía es el marco del monólogo: “Ich habe das Wort”ii es el debut, que luego desarrolla una lírica de intensidad apreciable, “Romance Poliphonic”iii de las tres artes: la música, la poesía y la danza.

El recitado, sin ninguna base musical, a cargo de esta voz, irrumpe en la escena y delinea un área límite que se encuentra en el borde, entre la música (celebración del objeto perdido) y la danza (celebración del cuerpo mudo, movido por palabras)iv, en analogía con lo que ha citado Schreber : “… en el lenguaje de los nervios, las palabras se repiten en silencio y el hombre procede tratando de que sus nervios se encuentren en esas vibraciones que corresponden al uso de las palabras … los nervios se ponen en movimiento desde el exterior”v.

El monólogo, más allá del sentido, abre así a tres registros que se conjugan a través de la partitura-escritura que armoniza y organiza piezas sueltas.

Se muestra la relación del hombre con el significante, en los aspectos más oscuros de la existencia, donde la voz “das Wort” vira hacia el poder de lalengua que toma los cuerpos y los hace vivir, los mueve.

La relación de contigüidad entre palabras y música muestra que cada lalengua es un monólogo, elucubración de saber solitario: “….Conocimiento, con una ambigüedad: el activo es lo que conocemos, mientras imaginamos que esforzándonos para conocer estamos activos nosotros”vi.

En cambio de un apelo al conocimiento que sólo muestra opacidades, hay aquí un llamamiento al Saber, que se realiza mediante un apelo utópico a Saber sobre el otro recuperado de manera narcisista, desplazando el plano del decir al hacer, inversión del plano del espejo que permite apresar lo real traumático: uno, que pasa desde la música impura a la palabra poética; la otra, desde la palabra poética a la música che cura.

El resultado es que mientras que para F. Dostoewskji El idiota está perdido en el sentido del Otro y actúa sin saber, diversamente, en el monólogo de Bachmann, la voz fuera de campo llama, nombra y da consistencia a personajes fuera del discurso, mientras que el Saber retorna desde el campo del Otro.

Ein Monolog…” tocando el límite de la palabra poética, toca directamente la cuestión del sujeto en su paso de la vida a la muerte. Depositario del enigma del lazo de esta extraña pareja (entre la vida y la muerte), ha sido un escabel para los dos artistas, confortados así por el acto creativo en vez de ser empujados al acto suicida.

El reconocimiento del cuerpo de los suicidas, también en Dante Alighieri, es realizado por una voz que crea el lazo entre la realidad terrenal y el reino de los muertos, una voz que resuena a la llamada del nombre propio.

Traducción: Silvia Cimarelli.

Revisión de la traducción: Maria Laura Tkach

i Cita de Un Monologo del principe Myskin per il balletto pantomima L’Idiota en J. Bachmann, Poesie, Guanda ed. Parma 1987 p. 81.

ii “Ich habe das Wort” (“Yo tengo la palabra”), cita de Un monologo del principe Myskin per il balletto pantomima L’idiota en J. Bachmann, Poesie, Guanda ed. Parma 1987 p. 81.

iii Damiano, E., Dal polilogo al mono-logo. Between, vol II, 4 Novembre 2012, Pag 6.

iv En el delirio de Schreber, todo el campo de la realidad se sostiene en el objeto voz y es generado por palabras como hilos que mueven el cuerpo de los hombres-títeres.

v Schreber, P., Memorias de un enfermo de nervios, Sexto Piso, Madrid 2008.

vi Lacan, J., El Seminario, Libro XXIII, El sinthome (1975-76), Paidós, Barcelona, p. 34.