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Anatomía del título para un Congreso

La anatomía es la ciencia que estudia la estructura y la forma de los seres vivos, veamos si es posible aplicarla al título del Congreso y al Congreso mismo*.

¿De dónde viene este título? ¿Y adónde nos lleva?

Desde el principio es un título que funciona como un polo libidinal. Atrapa libido, interés. El Congreso tiene un título atrayente, interesante y también compuesto. Así nació, por superposición de piezas.

En anteriores Congresos de la AMP partíamos de títulos construidos a partir de un concepto o un término lacaniano concreto y potente: lo simbólico (Ya no es lo que era), lo real (Un real para el siglo XXI), el parlêtre (El inconsciente y el cuerpo hablante). Títulos concentrados a partir de la autoridad que confiere un S1.

Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia es un título que no se deja captar ni captura del mismo modo. Se nota que es un compuesto de piezas ordenadas con una lógica, pero que no se deja cerrar en un S1. El Uno si acaso lo encontramos en el tema clínico, que es la psicosis, aunque a su vez repartida (las ordinarias, las otras) y localizada (bajo transferencia).

Por otro lado el título para el Congreso de 2018 venía después de un ternario, SRI, y se esperaba que abriera una nueva serie. ¿Cuál? Había expectación. Se barajaban distintas posibilidades. ¿El goce y su interpretación? ¿El goce y el deseo? Ninguna conseguía convencer completamente, ni imponerse.

En Río se clausuraba por primera vez un Congreso sin tener tema ni título para el siguiente. La búsqueda se alargó entonces más allá de Río y con Jacques-Alain Miller, los Directores del XI Congreso y algunos otros colegas, Miquel Bassols y Angelina Harari (actual y futura Presidentes de la AMP), y Guy Briole y Marcus André Vieira (Directores de los Congresos anteriores), la conversación prosiguió por mail. Miller propuso darle una orientación clínica al siguiente Congreso, había la sensación de que con el parlêtre habíamos ocupado una zona de cierta aridez teórica en la que resultaba difícil continuar avanzando. Todos recordamos su alocución de clausura: hemos hablado mucho del cuerpo y muy poco del inconscientei.

Las psicosis ordinarias aparecieron como un tema de investigación en el que todos nos sentíamos enseguida concernidos. ¡Bravo! Pero advertíamos a la vez que el tema de la psicosis podía hacernos salir del campo estrictamente analítico; queríamos guardar la orientación y no ceder al deslizamiento del psicoanálisis aplicado a la terapéutica. En su siguiente mail Miller escribió el título que ya habíamos alcanzado, «Las psicosis ordinarias y las otras», poniendo debajo «bajo transferencia». Ahora sí, satisfacción general, ¡habemus título!

Es este «bajo transferencia» lo que nos hace permanecer en el psicoanálisis. Y es por esto que siempre que es posible escribimos el título en dos líneas, y cuando no lo es usamos la coma, pero preferimos guardarlo como surgió. Es decir que bajo transferencia no compone estrictamente un subtítulo sino que es parte de un solo título en dos renglones, razón por la cual se escribe en minúscula. Hay cosas que no se dejan escribir sin ciertas complejidades.

Conviene señalar también que el título del XI Congreso es el resultado de una transferencia en acto. Una transferencia que mantiene activa a la amplia comunidad de trabajo que es la AMP/Escuela Una. Cuando esta transferencia funciona, ocurre que lo que se avanza o se produce en un punto repercute y permite avanzar en otros lugares. Y esto forma parte igualmente de la anatomía de este título, porque el Congreso de Barcelona tiene que ver con el Congreso de la NLS que se realizó en Dublín en julio de 2016 sobre «Signos discretos en las psicosis ordinarias». El éxito de ese Congreso repercutió a la hora de pensar el tema para el Congreso de la AMP en 2018. La transferencia fue el vaso comunicante, el transbordador de libido, de Dublín a Barcelona pasando por Río de Janeiro.

La comunidad analítica es un ámbito de circulación de significantes que da cuenta de la vitalidad del psicoanálisis. Si el psicoanálisis está vivo, se mueve y despierta es porque tiene la facultad de hacerse caja de resonancia de los cambios que ocurren en el mundo. Las modificaciones en lo simbólico, en lo imaginario y en lo real del goce no pueden no tener efectos sobre los sujetos. No pueden no tener efectos sobre el inconsciente y por tanto en la práctica analítica.

«El psicoanálisis cambia, es un hecho»ii había dicho Jacques-Alain Miller en la presentación del Congreso de Río, y las psicosis ordinarias permiten fechar uno de esos cambios. Por descontado no es el único, para citar otro podríamos recordar el declive de la interpretación que abrió el psicoanálisis a la era post-interpretativa y al inconsciente intérpreteiii. Son momentos de rasgadura en los que se manifiesta el real del psicoanálisis, es decir cuando la experiencia analítica deja ver su posición de anterioridad sobre la episteme, que resulta sacudida. No es raro que sean momentos de sacudida para la comunidad analítica también.

La sacudida de la psicosis ordinaria va a cumplir veinte años. Y esto, a pesar de lo que diga la letra del tango, es algo. En este tiempo ha habido desde incredulidad y toma de distancia inicial, por parte de algunos, hasta alcanzar adhesiones incondicionales y cuasi-generalizaciones, por parte de otros o incluso de los mismos. Ahora seguramente estamos en otro momento, el momento de los signos discretos que se abrió en Dublín.

La pregunta que podemos abrir entonces es ¿adónde nos lleva todo esto?, ¿dónde nos conduce este título? Lo interesante del asunto es que no podemos adelantarlo antes de realizar el Congreso. Habrá que hacerlo para saberlo. Aquí también se trata de transferencia. Es por esto que cada uno a su manera podría abrir esta pregunta: ¿qué espero del Congreso de Barcelona?, ¿qué quiero obtener?

Algunos tienen no sólo la pregunta sino también la respuesta. Es el caso de Xavier Esqué, con quien comparto la Dirección del XI Congreso: él ya ha avanzado que espera obtener un esclarecimiento para la orientación de los tratamientos con las psicosis ordinarias.

Entonces, estamos donde estamos gracias al poder movilizador de la transferencia. Lo que nos conducirá a encontrar algunas respuestas y sobre todo a nuevas preguntas, depende en gran parte de este poder de movilización.

Apliquemos ahora el término anatomía en su acepción de «sección o corte»iv. Seccionemos el título. Es como procedimos con Xavier para organizar el texto de presentación del Congreso: las ordinarias / las otras / bajo transferencia. Aquí no comentaré esa presentación, que está disponible en la webv. Propongo mejor abrir otras cuestiones que quedaron fuera de ella porque han empezado a caminar a partir de organizar el Congreso y de nuevas lecturas.

Las psicosis lacanianas

Toma un tiempo hacerse a las psicosis lacanianas.

Si no tomamos como referente a la clínica psiquiátrica, las psicosis lacanianas como tales resultan algo muy particular. ¿Dónde se las encuentra? ¿Cuáles son los modelos?

Si abrimos un objetivo de gran angular sobre ellas, enseguida obtenemos una perspectiva: aparecen con el Schreber de Freud, siguen con el Joyce de Lacan, se mantienen en la práctica de la presentación de enfermos y se actualizan con la psicosis ordinaria.

En esta perspectiva estilizada llama la atención que los paradigmas mayores para abordar la clínica de las psicosis, Schreber y Joyce, no fueron «casos» tratados en análisis, lo cual no ha impedido que clínica y episteme analíticas se asienten en ellos. Es de resaltar que en las presentaciones de enfermos tampoco el enfermo en cuestión ha sido tratado por el analista que lo presenta.

Se trata entonces de ejemplos o paradigmas clínicos donde la transferencia ocupa una posición paradójica. No se puede decir que haya una transferencia analítica, digamos freudiana o clásica, en el sentido de la transferencia del analizante al analista porque no hay analizante, pero de ello no se debería deducir automáticamente que no haya analista.

Si estas psicosis, que no dejan de enseñar, son «casos» sin transferencia analítica, ¿dónde está la transferencia?, ¿qué transferencia opera? Habría que reconocer que lo que opera es la transferencia del analista hacia el caso, o incluso hacia la psicosis misma. Y esto valdría para Freud y Lacan como para cada uno que se acerca a la psicosis animado por el deseo de dejarse enseñar por ella.

Lacan no dejó de insistir en esto: el trabajo con las psicosis, el interés por la psicosis es imprescindible para la formación analítica. ¿Por qué?, entre otras razones porque es una de las cosas con más capacidad de de-formación que existen. La psicosis es un banco de pruebas donde se de-forman gran cantidad de prejuicios, especialmente aquellos que obstaculizan el acto analítico.

Porque, ¿qué es lo primero que se encuentra con la psicosis? La segregación. Y no solamente por parte del discurso universal sino por parte de los propios psicoanalistas.

En el texto de presentación del Congreso escribimos que uno de los efectos que ha tenido la introducción de las psicosis ordinarias ha sido la de volver irremediablemente insostenible la idea de una supuesta «normalidad», idea que además nunca pudo ampararse de Lacan sin traicionarlo.

Decir las psicosis lacanianas significa entonces que aceptamos con Lacan que la psicosis no es un déficit, aunque subsiste la idea de una normalidad neurótica comparada con la psicosis que provendría de la no inscripción del Nombre del Padre en el lugar del Otro. Con términos lacanianos se perpetra algo en dirección contraria al propio Lacan.

La cuestión es que con Lacan podemos afirmar que la psicosis no es un déficit a la vez que consideramos la neurosis como lo «normal», en el sentido de norme-mâle (norma-macho, o normalización fálica), también con Lacan. Y todo esto no se deja reducir a una cuestión de épocas de su enseñanza, no se deja reducir a saber si se trata o no del mismo Lacan, porque al mismo tiempo son el mismo y no lo son.

En la clínica binaria neurosis/psicosis era más fácil que este, digamos, fantasma deficitario funcionara más o menos oculto. Pero la cosa cambia con la clínica del sinthome y de la reparación del nudo, porque la diferencia y la oposición en las que se sostiene toda norma caen de su estatuto de privilegio.

Que este edificio, el edificio fálico, pierda su lugar de privilegio no tiene efectos solamente en la concepción deficitaria, los tiene también en el creciente empuje a lo trans. Vemos y veremos de más en más efectos de todo esto, por ejemplo en los casos de niños que se presentan diciendo pertenecer a un sexo distinto del biológicamente suyo. Se abre un campo clínico que da cuenta de la «creatividad de la especie humana»vi, campo que requiere del analista al mismo tiempo una posición abierta como un maniobrar delicado.

Es otra de las dificultades para pensar la clínica que hacemos, porque es una clínica sin la oposición. No porque la oposición no exista, eso haría desaparecer el lenguaje y además sería una mala lectura del «todos locos», sino porque no es lo único a tener en cuenta. El delirio generalizado no significa la psicosis generalizada, sino que todo el mundo delira: unos con el padre y otros con otro elemento, más singular. Todos los discursos son una defensa contra lo realvii.

El psicoanálisis que cambia

Todo esto es el psicoanálisis que cambia. Decir «es un hecho» significa que ya está hecho. Ya ha cambiado. El Congreso de Barcelona 2018 es, él mismo, un signo discreto de este cambio.

Como solemos decir, las psicosis ordinarias surgieron cuando en las referencias clásicas no se encontraba orientación para la experiencia, porque la clínica binaria deja un amplio campo de goce que no puede captarse con ella. Pero lo que hay que notar es que es la clínica, en tanto más allá de la norme-mâle, la que empuja a buscar nuevas referencias.

Después de Aún, habiendo encontrado los impasses de la sexualidad femenina y del goce no limitado por el falo, es cuando Lacan toma la mano de Joyce para situar la forclusión de otra manera. Entrando en el paradigma de la no-relación, la forclusión se amplía, se generaliza. La no-relación sexual, hábitat de todo ser hablante, reposa en la forclusión de un significante. El significante que diría a La mujer, como toda, no existe. Esto vuelve coja toda estructura binaria, normalizante, y abre el campo de un goce no tratado por la excepción.

Se podría decir que el nombre del padre entonces se «ordinariza». El padre se hace ordinario cuando es un remiendo entre otros posibles. Lacan ya encendió las primeras luces del camino cuando hizo ver al padre per-versamente orientado, es decir en tanto que hace frente a la madre como mujer. Si el padre de la tradición pierde hegemonía es porque no alcanza a tratar ese goce, femenino.

Este goce hace que todo lo simbólico se semblantice. Recuerda a la operación que realiza Lacan en el Seminario IV, con Juanito, cuando todo se simboliza para el niño: la madre, la fobia, el caballo… Solo que aquí es al revés, todo lo simbólico se semblantiza en el sentido que deja ver su limitación para tratar lo real.

Se entiende entonces que no sea fácil perder la «normalidad». Pero para sostener el acto analítico resulta imprescindible. Es nodal en la formación analítica. No solo porque la normalidad es segregadora sino porque también es limitadora, por tomar en cuenta únicamente lo que entra en el régimen masculino del goce, tanto en ellos como en ellas.

¿Por qué con Joyce Lacan puede ir más allá de Aún? Porque le permite abrir ese campo donde el goce que el falo no trata, aunque localiza sus bordes, se sitúa en el cuerpo. Es decir el campo del parlêtre. Desde la perspectiva del parlêtre el falo solamente es un modo de empleo ordinario del goce. Y lo que un análisis enseña es que el problema del sexo nunca es ordinario, ni para ellas ni para ellos.

Con la psicosis ordinaria se está en el campo de la compensación generalizada. Siempre se necesitará, haya o no Nombre del Padre, una construcción simbólico-imaginaria para dar sentido al real fuera de sentido. Para dar sentido al goce que hace vivir a los cuerpos sexuados sin ninguna explicación.

Por eso la clínica que abren las psicosis ordinarias no consiste en buscar la deficiencia ni la diferencia, que componen el campo de lo extraordinario, sino en aislar la manera ordinaria y a la vez original en la que cada uno consigue dar sentido a su existencia. Y levantarse cada mañana de la cama, lo que no es poco.

* Intervención en la primera velada preparatoria del XI Congreso en la Comunidad de Catalunya de la ELP. Publicación original en la revista Freudiana nº 80.

 

 

i Miller, J.-A., Habeas Corpus, https://congresoamp2018.com/textos/habeas-corpus

ii Miller, J.-A., El inconsciente y el cuerpo hablante, http://wapol.org/es/articulos/

iii Miller, J.-A., «La ponencia del ventrílocuo», Introducción a la clínica lacaniana, ed. Gredos, Colección RBA-ELP, Barcelona, 2006.

iv https://es.wikipedia.org/wiki/Anatomía

v . Aromí A., Esqué X., https://congresoamp2018.com/el-tema/presentacion/

vi Miller, J.-A., Seminario del 24 de junio de 2017, Cours de psychanalyse, disponible en Lacan TV.

vii Miller, J.-A., Ironía, http://www.revconsecuencias.com.ar/ediciones